Foto: Cortesía del entrevistado

La entrevista con el reconocido y joven actor Marlon Pijuán Hernández, en medio del aislamiento social, resultó un reto desde el punto de vista profesional. Nada queda al azar con este multifacético artista. Serio, responsable, carismático y con mucho más por decir, obliga a omitir las interrogantes y disfrutar en sus respuestas, la exclusiva a Tribuna de La Habana.

“Me inicié como parte de un coro con Maylán Ávila, antes que se me abrieran las puertas de La Colmenita, y puedo decir que soy afortunado de haber formado parte de esa compañía infantil. Ahí estuve la mayor parte del tiempo. Crecí rodeado de personas con deseos de inculcar el arte en los niños. Soy de esos pequeños privilegiados que encontró un camino para crecer en el mundo artístico en general.

“La Colmena TV resultó un momento de oportunidades, de actuar como presentador de Televisión, algo que nunca había hecho y no sabía que podía hacer. A veces uno no es consciente de las capacidades hasta que puedes desarrollarlas o descubrirlas. En algunos casos, es cierto que no encuentras las oportunidades; no obstante, tuve la suerte de que Tim (Carlos Alberto Cremata), me abriera este camino. O sea, en mi carrera las cosas han sucedido una tras otra, como si fuera una especie de escalera a través de la cual pude llegar a Bailando en Cuba, otra nueva y provechosa experiencia en mi vida artística.

“Realmente bailar, cantar, es algo más natural con mi personalidad. Me considero un amante de la música, del baile. En la casa de mi madre bailan… Conocí al destacado coreógrafo Santiago Alfonso, porque venía a mi casa donde podía ver a otros amigos de mi primo, Dagois Fiallo, bailarín de Tropicana, hace décadas. En la conducción traté de ser un poco más yo, sentirme cómodo en un terreno, para mí, nuevo. Considero que todo el nivel que he alcanzado requiere de una base de formación artística.

En La Colmenita te ofrecen la posibilidad de explorar todo: canté en el coro, pero de ahí pasé a solista e interpreté muchas canciones de la Trova, conozco muchísimas, hermosísimas. También participé en danzas tradicionales, ruedas de casino, baile mexicano, indio, o sea todo un arsenal que forma parte de la Cultura, en el sentido universal de la palabra. Siempre apoyado por quienes me rodeaban para hacer alguna cosa nueva.

He tenido la suerte de trabajar en el cine y otros audiovisuales de una forma diferente a la de otros actores. O sea, delante del lente y detrás del lente. Pocas veces tienes ese trabajo, pues sabemos que nuestra industria (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) lamentablemente carece de recursos y proyectos para tener una vida más amplia (actor) en este sector.

"Trabajar con Jorge Luis Sánchez (destacado director) en la película Cuba Libre, fue una experiencia maravillosa. Interpreté a un joven soldado y me encantó el trabajo. Ahí también hice un aspecto menos conocido de mi carrera profesional, como director de actores, especialmente con los niños, de ese aprendizaje que tengo de la Colmenita que he podido llevar al cine o al audiovisual, en general, en videoclips.

“Tuve la oportunidad de que Ernesto Daranas me llamara para hacer un casting, para su película Sergio y Serguéi. Realmente me gustaría en el cine tener la experiencia de una nueva caracterización, algo que no haya hecho. Son muchas en el Séptimo Arte y me quedan muchas por probar. Ojalá porque el cine tiene una magia particular. Considero que cada medio la tiene, por ejemplo, el teatro, pero la del cine es simplemente mágica.

Vivir del cuento es una experiencia Ma-ra-vi-llo-sa (lo deletrea con intención). Agradezco cada día poderla vivir. He tenido la suerte de que, gracias a todos, el público ha sido muy receptivo con mi personaje Isidoro. Es mi manera, siempre lo digo, de poner mi voz, ayudar a que la gente entienda más el derecho a la diversidad, al amor, no importa la diferencia sexual u otras. Considero que también ayuda a entender un poco más que las preferencias sexuales no tienen nada que ver con la capacidad, la personalidad, la educación… y debemos combatir esto desde cualquier espacio. Vivir del cuento, privilegia. Tengo muchísimos amigos gays y esta es mi manera de defender la diversidad y tratar de contribuir un poquito a combatir manifestaciones equívocas, al respecto.

“Tener a Omar Franco como guía, aunque soy su contrapartida, actúo como sobrino, es muy importante en mi carrera. Soy su admirador número uno como actor y persona. Puedo compartir con él desde una llamada telefónica para una idea de trabajo o personal. Es un privilegio grandísimo que la vida me ha dado y cuido mucho. Disfruto el placer de trabajar con ese actor, con Silva, Mayito, Wilber…, en un programa devenido la gran familia que realmente me hace feliz.

“Respeto la sinceridad y las características de Marlon como actor y la de sus personajes, a quien tengo al lado, al prójimo, el que me atiende, el tiempo de todos. Eso viene desde la casa, la educación recibida de mis padres y agradezco a quienes me han aportado algo. Soy todo lo que Anmerix (madre) y Lázaro (padre), han construido para mí. Ellos son el principal medidor, los más exigentes. Las emociones que expresan no son las mismas de cuando yo era más joven, al criticar, opinar. Así soy con mi trabajo. Sobre esa base defiendo cada lugar donde me formé. En cuanto al personaje Isidoro, la aceptación depende mucho del gusto popular. Al caracterizarlo escucho las opiniones, incluso de mis vecinos, amigos, actores, para recrearlo con la fuerza requerida.

Me gustaría conducir un nuevo programa de la televisión, de acuerdo con los tiempos que estamos viviendo y la tecnología actual, alegre, didáctico, pero sin repetir patrones. Soy muy perfeccionista, vivo del estudio y de la investigación a fondo de lo que pudiera funcionar bien. Marlon es un muchacho común que vive en La Habana Vieja, en una familia que ama, que da la vida por sus amigos y trata de ser auténtico para no defraudarse. Me gusta trabajar (lo repite tres veces)”.