Todos los aspectos de la vida humana se han visto modificados al borde de la actual situación. El arte y la cultura se han alzado como mensajeros de vida y esperanza desde nuevas plataformas, diversificando sus maneras y discursos. Así también el periodismo cultural ha continuado su labor, exponiendo las historias y lo más novedoso de las obras y creadores en los pasados meses.

Los colegas periodistas desde todas las latitudes, y en la Isla, no han permitido que su trabajo se minimice con el cierre de galerías, salas de teatro, museos, eventos y conciertos. No pocos hemos encontrado histriónicas y creativas formas para continuar el diálogo.

Ya sea desde la tinta y papel de los periódicos, desde la pantalla del televisor o los dispositivos móviles, los creadores y el público encuentran a los fieles aliados dispuestos a informar. Las redes sociales más que nunca han servido como plataforma para que reseñas, notas informativas y críticas logren abrir las expectativas de los aficionados y continuar retando a la imaginación, abriendo las alas de los medios tradicionales hacia el futuro. La prensa cultural acompaña y conversa con el arte mediante transmisiones en vivo, entrevistas virtuales, recopilando testimonios y vivencias de músicos o actores, siguiendo siempre la línea de sinceridad y fidelidad con los receptores.

Esgrimiendo la palabra y pluma ardiente legada por Martí, nuevas generaciones de periodistas disponen de su talento y tiempo hurgando la noticia sobre la banalidad. ¿Pero, es suficiente el esfuerzo y se traduce en su mayoría en eficiente resultado? ¿Qué retos debe imponerse el periodismo cultural para mantenerse comprometido y diligente?

El periódico debe estar siempre como los correos antiguos, con el caballo enjaezado, la fusta en la mano, y la espuela en el tacón. Al menor accidente, debe saltar sobre la silla, sacudir la fusta, y echar a escape el caballo para salir pronto y para que nadie llegue antes que él. Debe, extractando libros, facilitar su lectura a los pobres de tiempo. O de voluntad o de dinero. Hacer asistir a los teatros, como sentados en cómoda butaca que este efecto hace una alineada y juiciosa revista, a los pobres y a los perezosos. Deber desobedecer los apetitos del bien personal, y atender imparcialmente al bien público. Debe ser coqueta para seducir, catedrático para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sano, elegante, oportuno, saliente. En cada artículo debe verse la mano enguantada que lo escribe, y los labios sin mancha que lo dicta. No hay cetro mejor que un buen periódico”.

José Martí.