Para que la partida no sea motivo de tristeza, y sobrevuelen una vez más sobre esta Isla las glorias de Rosita Fornés (11 de febrero de 1923), hoy –cuando la vida la despide con la promesa de la memoria eterna– vuelven cada actuación, cada presentación y todos esos valores culturales reunidos en su persona que le hicieron ganarse el merecidísimo título de Vedette de Cuba.

Hace apenas unas semanas, uno de los canales nacionales de la televisión reponía Se permuta y con agrado muchos pudimos disfrutar una vez más de aquella memorable actuación para el cine, en la cual Rosa desbordaba esa elegancia suya que nunca fue impostada, ni artificial. Era, para muchas mujeres de entonces, el modelo femenino, desbordante de seguridad, con sobrados gracia y carisma. Entonces, es posible evocarla también en la pantalla grande en otras de sus magníficas actuaciones en Papeles Secundarios, Quiéreme y verás, Las noches de Constantinopla o Al atardecer.

Foto: Tomada de Cubadebate

Por otra parte, impulsó una impecable carrera desde la ópera lírica, tomando participación en disímiles escenarios (El Campoamor, Martí, Nacional) como parte de los elencos de La verbena de la Paloma, La viuda alegre, La duquesa del Bal-Tabarin, Casa de muñecas, La dama de las camelias y La casta Susana, entre tantas más.

Entre sus muchas distinciones, se encuentran la Orden del Fénix en 1995, el Premio del Gran Teatro de La Habana en 1988 y los Premios Nacionales de Teatro (2001), Televisión (2003) y Música (2005).

Al partir hacia el firmamento en la madrugada de este 10 de junio, habían contado 97 sus años, pero ella permanecerá incorrupta ante los males del tiempo en el recuerdo eterno de quienes amaron y admiraron su arte. Las estrellas no tienen edad, solo brillan y a nosotros nos llega su luz.