Las redes sociales nos unen más que nunca, por este medio tuve la oportunidad de conversar con el artesano y lutier Jorge Collazo sobre su trabajo y visión reparadora del arte en nuestros días. El diálogo se produce a través de un soporte digital, pero resulta perceptible observar en las imágenes que me concede, la danza de sus manos sobre la olorosa madera en la cual conforma instrumentos de cuerdas frotadas o pulsadas, como el arpa medieval, una verdadera joya, cuyo sonido ahora resulta tangible.

¿Cómo define su trabajo y cuáles fueron las razones e influencias que le llevaron al arte de la construcción y reparación de instrumentos?

—Mi trabajo es mi todo, es mi refugio y forma de desconectar. Estudié escultura en la academia de San Alejandro y pasé varios cursos de restauración en el Taller de Lutería de la Oficina del Historiador de la Ciudad, pero la restauración de instrumentos me atrapó de forma indescriptible. Al construirlos es como si hiciera una de mis esculturas y cuando les restauro aplico mucho del conocimiento adquirido en años. Es una forma de retroalimentarme.

¿Cómo cree que su labor puede ayudar a las personas en tiempos de crisis como la que vivimos a ser mejores?

—Mis objetivos son rescatar un poco las tradiciones musicales de Cuba e incorporar nuevas, apoyar a las agrupaciones con sus instrumentos y, de cierta forma, contribuir al desarrollo de la buena música en la Isla, la apreciación por instrumentos perdidos en el tiempo y a la cultura general.

¿Cuáles son sus proyectos actuales y planes futuros?

—Actualmente me encuentro trabajando los instrumentos de estudiantes y profesores de las escuelas de música de la capital. Colaboro con algunas agrupaciones en el rescate de instrumentos antiguos y me mantengo en constante estudio y superación pues el trabajo me obliga (además de que me produce placer). En el futuro me gustaría ver cómo mi trabajo ha contribuido al desarrollo cultural del país y a aumentar interés de la población hacia las salas de conciertos.

“Sentiría placer, además, porque se mantuvieran cursos permanentes de instrumentos antiguos como los clavicordios, clavicémbalos, órganos, liras, cítolas, etcétera, pues muchas personas los desconocen por completo. Mis conocimientos sobre el tema y herramientas de trabajo los he tenido que adquirir por mí mismo o aprender sobre la marcha. Me encantaría superarme, pasar cursos especializados y mejorar las condiciones de trabajo del pequeño estudio que poseo; pero debido al bloqueo y otros aspectos económicos se me ha dificultado poder acceder a cursos oficiales en el extranjero puesto que acá no los imparten.

“De la misma forma quisiera importar herramientas especializadas necesarias para muchos de los trabajos a desarrollar, en algunos casos, como se dice, he tenido que hacer magia para lograr una buena calidad en mi oficio”.

Si pudiera dar un mensaje de aliento a los cubanos desde el arte, ¿cuál sería?

—Transitamos por días de oscuridad y encierro. Para unos es estar tirados en cama viendo pelis, para otros es una completa tortura, pero los iluminados por la cultura y el conocimiento tienen la capacidad de centrarse en algo productivo, satisfacerse y colaborar con los demás, pueden atravesarla con un estado de ánimo diferente. Hemos podido observar lazos de amor en las redes sociales, en momentos donde un abrazo es algo utópico. Aplausos, canciones, conciertos regalados por nuestros vecinos, ejecutados desde los balcones de un edificio, exposiciones colgadas como ropas recién lavadas.

“El pensar, el actuar a conciencia, el crear, son aspectos que nos unen y que debemos aprovechar para el bien de todos, hoy podemos verlo. Quién no crea, crea condiciones para disfrutar que otro lo haga. Yo no hago música, pero sí instrumentos de dónde esta sale y cuando la escucho sé que hay un pedacito de mí en ella”.