Nunca sentimos más deseos de vivir que cuando nos encontramos cerca de la muerte, y precisamente esa es la idea central que propone la exposición La vida es inmortal cuando se acaba de la joven artista Alejandra Glez, la cual recientemente se inauguró en la galería Acacia.

La muestra se trata de un homenaje a la importante artista, ya fallecida, Ana Mendieta, ícono del arte contemporáneo y de la cual muchas predecesoras cubanas han bebido por su impacto fundamentalmente en la fotografía, el video arte y los performances.

Glez, estoy convencida, ha sentido una conexión sobrenatural con Mendieta, y vierte ese ensamble a través de esta exposición. De esta manera, toda la muestra revela un enigmático estado de espiritualidad indescifrable e impactante.

La museografía, por su parte, fue un gran galardón para condicionarnos hacia este ambiente. En la primera sala se recrea un escenario natural: los tres videos de Mendieta se colocaron sobre la pura y árida tierra, evocando ese llamado a lo terrenal, a la génesis que, en muchas ocasiones, asistió la autora.

Foto: Raymo Herrera

En la siguiente sala todas las obras, de la autoría de Alejandra Glez, responden a la frase de la homenajeada escrita en su diario personal y la cual da título a la muestra: La vida es inmortal cuando se acaba.

A través de la propia experiencia, de su encuentro con la crisis, Alejandra revela en la fotografía, el video, la instalación y el performance esa realidad inestable, agonizante y traumática que vive, e incluso, que la llevó al estudio científico sobre este proceso.

Las instalaciones de fotos son el testimonio de Glez de su paso por el colapso metal, el llanto, la desesperación… Y en este sentido nos cuenta que sus estados de crisis son el momento cumbre en el que siente la necesidad de vivir.

Por eso, ante la idea de Mendieta, responde con la frase: estar cerca de la muerte inmortaliza el deseo de vivir, título que además le ofrece al video que cierra la exposición, en el cual se muestra con un vestido negro, caminado cerca del mar. 

Foto: Raymo Herrera

Glez se quita el vestido como quien se deshace todo lo negativo, la basura de su vida, quedado desnuda en el acto. Luego procede a quemar el vestido hasta dejarlo en cenizas, las cuales toma en sus manos y, de esta manera, despojada de su mal, camina desnuda como quien continúa su paso por la ruta de la vida.

Entonces no se trata de una exposición negativa ni desesperanzadora. Este homenaje a la importante Mendieta, es una evocación a la esperanza de la existencia. Buena elección de Acacia de traer a la joven Glez, de tan solo 23 años, a exponer por primera vez en Cuba su muestra personal, pues acompañada de Mendieta, el éxito de la muestra ya es un hecho. Hasta el 24 de abril se inmortaliza la muerte desde las artes visuales.