San Salvador, entre Arzobispo y Cepero, en el habanero municipio de Cerro, es un sitio donde se funden cultura, historia y tradición. Allí los tambores resuenan con fuerza, el canto de los ancestros se deja escuchar, la calle se estremece, tiembla, el júbilo brota por un amplio portón y todo el barrio cobra vida cuando El Alacrán sale a la calle.
Odalys Ramírez García, nieta de Santos Ramírez Arango, el niño, quien es fundador de la comparsa, explicó a los presentes pormenores de la popular agrupación. Fundada en 1908 en el barrio de Jesús María, en el municipio de La Habana Vieja, la Comparsa El Alacrán, la más antigua de la ciudad, tiene en la actualidad su sede en el Canal del Cerro.

En su ejecución, explica Ramírez García, narra una leyenda acontecida en el Ingenio La Demajagua, el 6 de enero de 1844. En esa fecha, por ser Día de Reyes, son interrumpidos los trabajos de la molienda y cuenta la historia que los esclavos comienzan sus festejos hasta que el grito de una negra que se encontraba en el cañaveral los termina. Había sido picada por un bicho, el cual, tras muchas averiguaciones, se descubrió era un alacrán. Tras ser desenmascarado, mandan a buscar a Nangoro, quien se encarga de matar al animal. De esa forma, con la frase “El alacrán ya se murió, porque Nangoro lo mató” termina la historia que narra la popular comparsa habanera.
Mucho más acá en el tiempo, el 27 de diciembre pasado, se realizó la reapertura de la sede de la comparsa. En esa oportunidad, sus miembros realizaron una demostración de sus bailes tradicionales al ejecutar el emblemático bautizó de la farola.
El cerro sintió el llamado de los tambores, los santos parecían apoderarse del local, los cantos en lengua retumbaban por los alrededores. El baile frenético y armonioso de sus miembros hizo la sangre bullir. Y de pronto, como expresión de genuino amor al barrio, el festejo tomó las calles.

El Alacrán salió arrollando, como tantas veces antes, para esparcir con su andar, esa fusión de historia, tradición y cultura que forman parte de su ser. Así, el Cerro festejó los trabajos realizados en la casa de El Alacrán más popular y querido de Cuba.