Fabular es una de las herramientas más atractivas en las que algunos artistas se recrean para concebir sus propuestas. En mayor o menor medida el resultado de la obra deviene de la entrega, consciente o no, a una línea imaginaria que el público no podrá discernir del todo. Por tanto, como espectadores tenemos tres caminos: el de la asimilación de la creación a partir de la propia experiencia, el dejarnos guiar por nuestra sensibilidad o simplemente rendirnos a los pies del artista para que nos descifre las incógnitas.
En este sentido, Glauber Ballestero se trata de uno de esos creadores que abraza de manera entusiasta la fabulación. Cuando visitamos la sala que presenta su exposición Moralia Equalium en el Centro Hispanoamericano de Cultura, nos enfrentarnos al mundo enigmático de Glauber, un espacio donde nos desvestimos del intelecto y somos invitados de manera inmediata a la reinversión de otra realidad, en tanto se desmitifica como la hemos concebido.

La exhibición es la narración de un relato nacido de su propio imaginario. Desde el título -lengua creada por el artista- ya alude de manera completamente ilusoria, a una lluvia que tiene la gracia de rejuvenecer, de purificar.
La muestra acoge un grupo de fotografías que exhiben paisajes y personajes que se encuentran en el radio de acción de explosiones que acontecen en una isla que también es producto de la imaginación del autor. Asimismo, coloca 8 esculturas realizadas en mercurio en polvo que, nos dice Glauber, representan el hongo provocado por las detonaciones de dichas bombas.

Moralia Equalium se trata de una muestra fabulosa, donde el creador nunca intenta engañarnos y donde las obras figurativas poseen una enorme fuerza conceptual. Ante su producción me cuestiono la frase de Oscar Wilde que dice: “ningún artista ve las cosas como son en realidad”, sin embargo, en el caso de Ballestero, aunque es enigmática su obra, así como lo son sus maneras de interpretarla, existe más allá de todo lo imaginado, un componente real que nunca sabremos de dónde proviene. En eso consiste el secreto del artista, ese que nunca será revelado al público.
Hasta el 25 de enero tenemos la oportunidad de visitar el micro mundo de este creador y conectarnos con su fabulación creativa o simplemente, reinventarnos la nuestra.