¿Cómo acercarse sin cometer excesos a la mítica figura del maestro? La pregunta halla su desfiladero al borde de las tablas, en la punta de los labios de un actor, ante la pupila del crítico que olvida su oficio y regresa a la niñez para recibir el mundo. José Martí llega actual y desgarradoramente contemporáneo hasta la sala Argos Teatro de la mano de Carlos Celdrán quien también escribió el texto para que naciera Hierro.

Caleb Casas (Martí) y Rachel Pastor (Carmita Miyares) en una de las escenas más conmovedoras y sensibles de la puesta Foto: Alfredo Lazcano

La puesta en escena desde la intimidad nos traslada a pasajes en la histriónica vida del poeta. Con su dramaturgia de intensidad fulminante Celdrán nos devuelve a un Martí, pocas veces visto, aquel que se cuestionaba sencillo: “Quién soy Carmita ante la palabra de los grandes jefes”. Recorre momentos de su estancia en Tampa y Nueva York, entre los años 1885 y 1892. 

Caleb Casas interpreta a José Martí con profundidad y destreza Foto: Alfredo Lazcano

Cual compendio magnífico se arma la visualidad que las luces diseñadas por Manolo Garriga brindan y el exquisito diseño de vestuario de Vladimir Cuenca. Iluminación y texturas convergen en sobria imaginería que sutilmente nos guía en la inmersión.

Martí llega en la piel de Caleb Casas quien reúne sus dotes interpretativas y experiencia en las tablas para llenar el carácter inmenso de su personaje. Así también Rachel Pastor nos regala su visión de Carmita Miyares, esposa de Manuel Mantilla, una mujer que vivió por encima de las controversias y tabúes de su época. La actriz demuestra sensibilidad y profundo estudio desde las formas y movimientos, hasta el tejido emocional de su rol. El personaje de Carmen Zayas Bazán lo tomó Maridelmis Marín, quien con tonos agridulces dibujó sin juzgar ni exaltar el conflicto.

Hierro domina el tiempo haciendo confluir pasado y presente en la mirada de Martí. No pretende convencer ni adoctrinar, deja a un lado clichés e imágenes apegadas al acostumbrado mármol. La obra dialoga directamente con el hombre que, luego de enfermedades, críticas y desvelos, sigue impregnado en el espíritu de su país.