Alejandro Gil nació el 26 de febrero de 1958. Es graduado de Periodismo en la Universidad de La Habana. Inició su carrera como asistente de dirección en la serie Algo más que soñar en 1984. Años después, realizó filmes, documentales y programas para la televisión, por los que ha obtenido premios nacionales e internacionales.
Sobre su filme Inocencia, inspirado en el fusilamiento de los estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871 en La Habana, conversa con Tribuna de La Habana.
¿Cuándo y por qué decidió llevar este pasaje de la historia a la gran pantalla?
Realicé una serie documental en el año 1992 junto a Eusebio Leal, llamada ‟La Historia del Arte Militar en Cuba”. En esta abordamos distintos momentos de la historia, incluyendo los sucesos del 27 de noviembre de 1871. Cuando nos detuvimos en esta fecha, quedamos impresionados con la cantidad de información y los personajes desconocidos alrededor de la trama. El material nos sirvió pensar en un largometraje.
Inocencia establece un diálogo con el espectador, evoca la importancia de este suceso. Es una cinta que comunica valores e invita a la reflexión. Nuestra intención fue redimensionar el carácter simbólico con el que se recuerda esta fecha y sensibilizar a aquellos que aún mantienen distancia ante este tipo de oferta cinematográfica. Es una deuda que teníamos que saldar con uno de los hechos más sensibles del siglo XIX en La Habana.
¿Cómo fue el proceso de recreación de la época?
Cada uno de nosotros tiene una idea muy particular de ese hecho. Este trabajo tiene que ver con todo lo de la época, el movimiento romántico en función de un discurso dramático, narrativo y audiovisual. Fue de gran ayuda la colaboración de la Oficina del Historiador, ya que este proyecto exigió una ardua investigación histórica, para la cual nos apoyamos en textos, cartas y prensa de la época. Esta es una película eminentemente capitalina y si no fuera por esa ayuda, hubiera sido imposible su materialización.
Desde el guion de Amílcar Salatti nos enfocamos en que hubiera un ochenta por ciento de interiores para vincularlos mejor con la escenografía y la ambientación. Tratamos de que el espectador se sintiera lo más conectado posible con lo que estaba sucediendo.
La iluminación también jugó un papel muy importante en este proceso creativo. Se vio en función de cómo podía ser el momento, el carácter dramático de las escenas. Va comportándose según ese estado de ánimo, sobresaturándose y perdiendo el color hasta el final de la película.
Esta es una producción ciento por ciento cubana, sin un centavo extranjero, es una heroicidad porque hacer cine es un lujo en el mundo. Hacerlo aquí resultó difícil, pero gracias al equipo de trabajo fue una experiencia espectacular.
Si logramos que esa obra devuelva al espectador todo ese amor, es el premio mayor que puede tener, más allá de que desempolve asuntos y personajes olvidados con el tiempo. Si entabla ese diálogo íntimo que es el cine, para nosotros es ya una victoria.

¿Cómo se concibió la banda sonora?
Ese fue un trabajo difícil porque es una película que exige mucha música. Trabajamos en crear una banda sonora que acompañara a la historia, al sentimiento de la escena. Es un diseño sonoro parco, con sonidos sensibles, por ejemplo, se evidencia en la escena del fusilamiento.
¿Y el proceso de casting?
Tuvimos mucho tiempo para seleccionar a los actores que darían vida a los personajes. Junto a Yaremis Pérez, la directora de casting, trabajamos a lo largo de tres años preparando el filme. Por primera vez se le ponía rostros y voces a este momento de la historia. De los actores tenían que aflorar sentimientos y maneras de expresarse diferentes. Pero, a su vez, como grupo debían tener una narrativa audiovisual que los situara a todos en ese espacio temporal, para transmitir al público ese sentimiento de hermandad en un momento tan crítico como lo es el estar entre la vida y la muerte. También contamos con las actuaciones de Héctor Noas, Fernando Echavarría y Caleb Casas.
¿Está satisfecho con los resultados que ha dado la película?
Mucho. Tuve un excelente equipo de trabajo que yo aplaudo y agradezco. Claramente todo estuvo en mis manos como director al asumir los hilos, de llevar la tensión, de moderarla y maniobrar como todo un pedagogo ese colectivo.
Tenemos cierto temor al abordaje de las épocas, pues el espectador a veces se encuentra renuente a este tipo de películas, pero realmente estoy muy feliz con la aceptación que ha tenido en el público y la manera en que la recibió; ver a las generaciones más jóvenes conmoviéndose con la historia es una satisfacción muy grande, porque esto es una película protagonizada por jóvenes y dedicada a ellos.

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Buen artículo. Una pena que todavía haya periodistas que no saben escribir bien mi nombre. Soy Noas (con s). No me cansaré de repetirlo
Mi Y agradecido estamos los cubanos que un pequeño grupo de soñadores llevarán a cabo tan importante realización, ya que por primera vez se trata este tema en la gran pantalla, y mejor aún, aunque muy discreto, se trató el tema de la masonería, y el protagonismo que jugó un miembro de la Orden, el Dr. Fermín Valdés Domínguez, que en cada escena de la película se ve portando su anillo que lo identifica como miembro de la Institución de la escuadra y el compás.