Si conquistamos el aparente imaginario de Moisés Finale, es porque en su obra tal vez no exista una total irrealidad. Si construye cuerpos, lo hace desde una onírica heredera de sus experiencias tras conocer el mundo y avivar su imaginación; y si somos conscientes de sus influjos, es por la reservada manera con la que asume el legado de otros grandes maestros cubanos como Wifredo Lam, Julio Girona, Jesús Gómez de Armas e incluso de referencias fuera de la isla como el pintor holandés Willem de Koonig, el irlandés Francis Bacon y culturas africanas, del Oriente Medio, de Asia.
Sus obras ofrecen un entramado de brújulas que revelan múltiples mundos para conformar el suyo propio. Es por ello que el curador Nelson Herrera Ysla propone el título: Finale mundos, para la muestra personal que se exhibe en Máxima Estudio-Taller.
Lo componen un conjunto de obras en las que los grandes formatos y el uso de materiales adheridos a las piezas, hace convertir a la exposición en una sorprendente instalación.
Refiere Herrera Ysla que “en la cabeza de Finale anidan muchos mundos, su brújula se orienta hacia una estética surgida del encuentro natural de culturas, sin trauma, dominación o vasallaje”. Entonces puede ser considerado el artista como otro descubridor del mundo y, cuando crea, en un nuevo narrador de la historia.
Desde Tribuna de la Habana dejamos abierta la invitación hasta el 27 de octubre para penetrar a través de esta exposición, en la isla interna de Moisés Finale, uno de los más grandes de las artes pláticas cubanas.