Teatro, Televisión y Cine, conformaron el triángulo perfecto para este actor de origen campesino, de un caserío llamado La sal, a 30 kilómetros de Manzanillo. Argelio Sosa, desde pequeño mostró interés por el mundo de la actuación cuando, con apenas 12 o 13 años, fue a vivir con su hermana al pueblo de La Julia, donde había una iglesia en la cual montaban pequeñas obras religiosas por el cura. Definió entonces, su interés y la pasión por interpretar personajes.
A los 15 años vino para La Habana en busca de un sueño que comenzó en la primera Escuela de Instructores de Arte. Luego, formó parte del grupo de Teatro Covarrubias (por poco tiempo) hasta que este se desintegró y pasó al Tercer Mundo, con René de la Cruz, “donde aprendí muchísimo y conservo valiosos recuerdos”.
¿Se considera un actor de Teatro o de la Televisión?
–Siempre alterné el Teatro con la Televisión pues cada uno de los medios tiene su lenguaje específico, sus recursos, cosas que aprender de sus diferencias. Mi primer trabajo en televisión fue en un espacio policiaco llamado Sector 40, luego hice algunos episodios de Asalto a la guarida, con Mario Balmaseda, y otros del espacio Aventuras. Trato de sacar de cada personaje una nueva enseñanza, la improvisación depende de lo que sucede cuando se abre el telón o la cercanía de las cámaras.

¿Cuáles experiencias marcaron su carrera en las tablas?
–Recuerdo la puesta Los días de la comuna, en los años 70. Vino un director alemán a dirigir esta propuesta con actores de varios grupos de teatro. Viajamos a muchas provincias y hasta hicimos una función especial en el Mella, para Fidel. De ahí surgió el Grupo de Teatro Político Bretolt Bretch que, sin dudas, fue otro cimiento importantísimo en mi formación profesional. Así también tuve experiencias como la del teatro de Pedro Ángel Vera, posteriormente Edgar Estaco hasta el Aries dirigido por Raúl Enríquez, donde me encuentro hoy.
¿Qué personajes recuerda con mayor cariño?
–El teatro me ha regalado hermosos momentos con personajes protagónicos. Evoco mis actuaciones en El premio flaco o El Caballero de Pogolotti de Héctor Quintero. Cada rol presupone una entrega nueva para dar vida a un ser. Trato de enfrentar las características de las puestas…, las situaciones como si comenzara una nueva existencia.
¿Cómo recibe la dicha del Premio por la obra de toda la vida?
–Es un deleite muy grande que reconozcan la labor de uno. Yo trabajo para el público, para que las personas aprendan y disfruten al entretenerse con las historias que les contamos. Si entonces, nos vale tal honor, es porque lo que hacemos trasciende las fronteras de lo común.
