Cuba y los cubanos nos distinguimos entre muchas otras cosas por la riqueza de nuestra música y la variedad de criterios cuando de un tema en específico se trata. Hace pocas semanas comenzó una nueva temporada del Concurso Adolfo Guzmán 2019, esta vez probando nuevas estrategias de marketing, lenguajes y estéticas diferentes, apostando por la frescura y tendencias de los espectáculos modernos para la televisión.

Diversas y a extremos de lado a lado son las críticas y halagos. Cual desaforado huracán las redes sociales, el internet y las calles se llenaron de voces que asumían razones para desacreditar o endiosar el producto. Con los días, la insaciable pasión solo aumenta probando que la presente entrega del Adolfo Guzmán marcará la historia de dicho concurso.

Foto: Portal de la Televisión Cubana

Ahora bien, en lo personal, considero un acierto total el rol de la joven y talentosa Luna Manzanares como anfitriona. Además de interpretar magníficamente cada apertura, guía por cada vericueto a televidentes, jurado y concursantes con frescura, naturalidad y fineza. Como es lógico, aún le queda terreno por dominar para no repetir palabras y otros detalles que el tiempo, el oficio y su tenacidad seguramente le darán.

La dirección de arte y curaduría del programa en general es una victoria con sus espacios delicadamente decorados, un escenario que no se excede en luminaria y lentejuela barata; sí gana en brillantez, prestancia y la medida exacta de lujo.

Esta edición también se distingue por un jurado experimentado y prestigioso que no gasta palabras en banalidades y va al grano. Quizás nos hará enfurecer o amarlos con las decisiones que vayan tomando, pues se han dispuesto a hilar decisiones propias, llenas de los conocimientos y elementos que caracterizan sus diversos campos de experiencia.

Foto: Portal de la Televisión Cubana

La selección de los concursantes, autores y repertorio hasta el momento me parece exquisita. Cada canción en su intérprete va dialogando con detalles del inmenso registro cultural de nuestra música. Voces, timbres, formatos y géneros se turnan el paso por la escena para deleitar, conflictuar y, finalmente, entretener desde el arte al público.

Cabe señalar los merecidos, hermosos y espectaculares homenajes a Juan Formell y Sara González que hasta el momento se han realizado. Como voces divinas que representan diversas facetas y generaciones de nuestra música, reinterpretan temas que marcan la banda sonora de esta Isla melódica.

Sin embargo, recién fuimos testigos de una noche no tan brillante para la actual trayectoria de los Guzmán. La desdicha disfrazada de cursilería tomó la primera parte de la Gala, letras que pudieran escapar sobre gustos y percepciones individuales. Hasta hoy no había presenciado un homenaje tan pobremente defendido, pareciera que los intérpretes llegaron a escena desconociendo la obra de Polo.

Luego cambio de extremo a extremo la fortuna a ritmo de un elegante son. A mi criterio, es apresurada la puntuación de las canciones para esta primera etapa, pudiendo quizá, simplemente eliminar al final de cada jornada la pieza que se considere. Aunque no define, si es prudente velar por la sobriedad y coherencia de los vestuarios, tanto de algún jurado que pudiera exagerar en los accesorios, así también como en el uso de los colores y formas.

Como bien sabemos, es muy pronto para juicios mayores. Se debe mantener el nivel y ser consecuentes con lo logrado. Ya muchos tendremos favoritos o favoritas, una canción que nos drene las lágrimas. La presente edición del Concurso Adolfo Guzmán tiene aún mucha tela por donde cortar y recién comienza su vuelo para finalmente volverse canción.