En el oficio de lograr una mejor televisión, educativa y a la vez atractiva, que alcance a la mayor cantidad de públicos, sin discriminar en sus lenguajes, se trabaja arduamente, no cabe duda. Olvidemos las melancólicas comparaciones con la programación de los años 60. Es un hecho la pérdida de gloriosos espacios como La aventura y aún nos agarramos por los pelos para salvar lo que queda de las Novelas y otras gustadas fórmulas.
Para bien sobresalen propuestas novedosas, diversas y de alta calidad como La neurona intranquila y Vivir del cuento, las cuales han logrado mantenerse y superarse. Según las preferencias de los televidentes quizá excluyo otras que han surgido, pero en lo que alcancen establecerse solo puedo meter las manos en la candela por estas últimas.
Ya hemos dialogado en esta columna sobre el tema, regreso hoy abatido por el efecto causado en mí por la nueva edición del programa Sorpresa XL. Confieso que no conocí entregas anteriores del mismo, a las cuales propicio el beneficio de la duda, pero la actual sin dudas adolece, con todo respeto, de detalles distintivos. Me habían llegado referencias en tono irónico sobre el nombre: Sorpresa XL, que a mentes agudas transportaba a lugares insospechados, lejanos de un programa con intenciones lúdicas y educativas.
Encaucemos entonces el diálogo hacia zonas críticas con seriedad y respeto, abarcando de forma práctica la mayor cantidad de elementos. Bien conocemos las dificultades y enredos que enfrentan las producciones televisivas en el contexto económico actual. Pero también es necesario afinar en el acabado, uso de los recursos y otros pormenores.
Me refiero a cuidar temas tan simples e ineludibles como la elaboración de un guion con toda la calidad requerida. No caer en el uso de la lúdica simple, con preguntas demasiado obvias e incitar a la estricta preparación de los competidores. La escenografía es para la teleaudiencia un elemento expresivo imprescindible, el uso de los colores, tonos, tipografías como un todo, la labor de curaduría en el cual el mínimo descuido arroja al piso todo lo demás.
Otro componente básico es la preparación de los locutores y su interacción con el público asistente y los concursantes. Temas como la presencia, la expresividad y la dicción no deben ser tratadas como menos. Vivimos en el Caribe, donde sudamos con solo salir de la casa, entonces los espacios televisivos deben contar con la climatización correcta para que quienes representan con su imagen a la propuesta no concurran deteriorados físicamente. No es que prevalezca la banalidad y presunción, simplemente se trata de proyectar frescura, naturalidad y exquisitez desde nuestras plataformas audiovisuales.