El famoso Rostro de habaneras, premio habitual de su programa La Neurona Intranquila, no podía faltar en el hogar de un hombre que, afanado por encontrar lo risible de la vida, se ha ganado el respeto y la admiración de todos los cubanos Foto: Cristian Martínez González

No fue necesario preguntar si era su casa. Como podía esperarse, en el fondo se percibía un Rostro de habaneras, premio habitual de su programa La Neurona Intranquila, que daba la bienvenida a los visitantes en Centro Habana. De inmediato, sonríe y me invita a pasar. Ante mis ojos, el preludio de una larga conversación con un hombre llamado Baudilio Espinosa Huet.
Este versátil comediante cubano, que ha sabido sacarle partido a no ser un Adonis, ha incursionado en el cine, el teatro y la televisión. Desde sus años de universitario ya creía que toda persona debe ser un poco humorista, sin importar la profesión.Por eso, confiesa que no sabía escribir nada sin humor, pues entiende que es un arma de autodefensa y un mecanismo en la vida.

Baudilio Espinosa, a pesar de ser filólogo de profesión, es un humorista de nacimiento. Y como nunca ha dejado de ser especialista literario, su afán por encontrar lo risible de la vida lo hace merecedor del respeto y admiración de todos los cubanos.
Aunque ha desarrollado la mayor parte de su carrera artística en La Habana, nació en Sagua la Grande. Cuenta que tuvo una familia apasionada por la lectura. Recuerda con emoción a un tío muy erudito, uno de los mejores abogados de Cuba y era “su Wikipedia”. Siempre anotaba las dudas surgidas durante la semana y las evacuaba con él.
“De mi niñez en Sagua, creo que lo más importante es que leía mucho y como tenía ese tío tan inteligente, me asesoró y recomendó buenas lecturas. Crecí leyendo a Mark Twain, uno de mis escritores favoritos, que es, ante todo, humorista”.

El galán de las lechugas, su primer libro de cuentos, fue publicado en 2011 por Ediciones San Librario, Colombia Foto: Cortesía del entrevistado

El galán de las lechugas es su primer libro de cuentos, ¿qué lo motivó a escribirlo?
“Como nadie es profeta en su tierra, un buen día vine para La Habana y al tener una vida muy solo, me puse a escribir para desahogarme, una manera de exorcizar mis demonios y de afrontar la soledad.
“Es un libro que lo pudiéramos incluir dentro del realismo sucio, una especie de álter ego mío allá en Santa Clara. Esta serie de anécdotas le ocurren al galán de las lechugas, un personaje que, como yo, es filólogo, humorista y feo. Es una especie de antihéroe, con un lenguaje muy soez, duro, con cosas del Período Especial, pero sin regodearse en esa miseria, lleno de chistes, pues no sé escribir sin ellos”.
En varias entrevistas usted ha declarado que, a pesar de ser de Sagua la Grande, le debe mucho a Santa Clara, ¿por qué?
“Yo diría que Santa Clara es más importante para mí, quizás, que Sagua. Allí estudiéen la Universidad Central de Las Villas. Por primera vez hice humor junto a Carlos Fundora al presentar la obra En defensa de la lengua. En Santa Clara conocí, además, La leña del humor, donde me hice humorista profesionalmente, porque humorista uno puede ser aunque no se dedique al humor”.
Recuerda con especial cariño sus años en La leña…, grupo surgido en una etapa donde los universitarios comenzaron a hacer el humor que necesitaban, porque en la televisión pública se estaban perdiendo las tradiciones humorísticas de programas muy buenos como Casos y cosas de casa, Detrás de la fachada y San Nicolás del Peladero.
“En este grupo coincidimos personajes de las más diversas profesiones: arquitectos, rotulistas, filólogos. Había de todo un poco y todos aprendimos de todos. La recuerdo más que como un grupo que me hizo ganar dinero, como una escuela donde me formé verdaderamente como humorista”.

Varios de sus guiones para los programas Jura decir la verdad y El Selecto Club de la Neurona Intranquila han sido destacados con premios en el Festival Nacional de la Televisión Cubana Foto: Cristian Martínez González

¿Qué diferencias hay entre el Profesor Pepe Rillo y Baudilio?

“Bueno, bastantes. Para empezar, Pepe Rillo estaba loco (sonríe). Cuando Ulises Toirac me llamó como escritor para ¿Jura decir la verdad?, nunca había escrito para televisión, me arriesgué y tuve que inventarme este personaje.
“En defensa de la lengua interpreté a un intelectual fuera de lugar, imagínate uno viviendo en un solar, ya cualquier cosa que diga es rara, además, un intelectual disparatado como era Pepe Rillo, daba pie a muchas situaciones cómicas. Por ejemplo, cuando voy a Sagua, me siento en el contén de la acera con mis amigos y ves que viene el viento, y que arrastra mucho polvo y no puedo decir, ¡qué polvareda!; debo limitarme a “como hay polvo”. Pepe Rillo, ¿qué diría?, ¡qué polvareda! Esa es la diferencia”.

¿Ha sido feliz como humorista?
“Sí, muchísimo. Soy uno de los hombres más felices del mundo… Tengo la esposa que amo, lo cual es muy importante, el trabajo que me gusta, y me parece que está dando frutos y le agrada a la gente. No se puede pedir más”.
Según Baudilio, “el humor tiene un millón de definiciones. Es un prisma a través del cual ves la vida de otro modo, con otro ángulo, a pesar de que no te dediques profesionalmente a la comedia”.
Además de su inclinación por hacer reír a las personas y por la literatura, le apasiona ver series, películas.“Disfruto mucho los deportes de combate, el judo, las peleas me fascinan… Hay quienes me dicen: ¿tú que eres intelectual cómo es que te gusta la UFC? Pero les digo: compadre, porque no hay peleas de gladiador contra leones, sino las viera”.

Baudilio Espinosa es el conductor del programa televisivo de participación y agilidad mental El Selecto Club de la Neurona Intranquila, desde su creación en el 2007 Foto: Facebook

No podía terminar sin antes preguntarle sobre La Neurona Intranquila.¿Cómo recuerda los primeros programas?
“Los primeros programas, increíbles. Cuando Gustavo (Fernández Larrea), su director, me llamó, quería que fuera el conductor, pues necesitaba alguien chistoso, sin miedo a aprender, y como los filólogos no le tenemos miedo a leer, ¡qué miedo vamos a temer, si hemos tenido que leer prácticamente la mitad de la biblioteca de Alejandría!, fui escogido.
“De La Neurona, prefiero la sección de Rapidágil que es, por esencia, la razón del programa. Creo que las secciones, en su mayoría, van a cambiar en algún momento dado, excepto Rapidágil o Identifícalo. Todo está sometido a cambios, menos el conductor, por supuesto.”(Sonríe)
“¿Ser o no ser?” no es una pregunta que intimide a Baudilio Espinosa, cuando cada viernes nos invita a decirle “No a la neuroapatía”. Afirma que La Neurona Intranquila le satisface mucho, pues su buen “olfato” para la literatura y su afición por el humor, le sirven para reconocer que ha encontrado el binomio perfecto en este programa.