De la mano de la emblemática obra El lago de los cisnes, el Ballet Nacional de Cuba (BNC)saludó el aniversario 60 del triunfo de la Revolución Cubana, desde la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana (GTH) Alicia Alonso, en la Gala del Primero de Enero que cada año rinde homenaje a la importante efeméride, y que en este 2019 sumó el 500 cumpleaños de nuestra capital.
Antes del programa hubo sorpresas. El destacado pianista Huberal Herrera recibía, muy emocionado, el Premio del Gran Teatro de La Habana 2018, por su calidad interpretativa y la universal cuba-nía de su arte, de manos de la presidenta del jurado, nuestra Alicia Alonso –que recibió una atronadora y mantenida ovación-, que estuvo además integrado por Miguel Barnet, Guido López Gavilán y Miguel Cabrera. Durante la Gala del Primero de Enero se dieron a conocer también las Menciones en el Libro de Honor de la institución de Prado y San Rafael.
LAS CORTINAS SE DESCORRIERON…
Los aires frescos de fin de año y comienzo del nuevo acercaron en esta primera jornada artística a El Lago de los cisnes, (Coreografía: Alicia Alonso, sobre la original de Marius Petipá/Lev Ivanov. Música: Piotr Ilich Tchaikovski. Vestuario: Francis Montesinos/Julio Castaño. Luces: Ruddy Artiles y Escenografía: Ricardo Reymena). Destacó, positivamente, la atención de esta puesta la agradable y adecuada escenografía del maestro Ricardo Reymena, quien en atractivo trabajo creativo, muestra su inspiración del ambiente de los exteriores/interiores del castillo, y sobre todo el telón del amanecer en el lago renovado que enriquece visualmente la obra.
No hay dudas de que Dany Hernández, encarnando al príncipe Sigfrido entregó un personaje bordado de principio a fin, desde todos sus ángulos. Técnicamente ofreció una clase de estilo en los dos actos, mostrando una perfección de movimientos donde se reúne lo aprendido en estos años y su madurez escénica que signó la función, sumando la dramaturgia –todo un consagrado- y esa labor de partenaire que es de altos quilates. Junto a él, Grettel Morejón, en el protagónico alcanzó sus mejores galas en el segundo acto. Apasionada, suave, intensa, su imagen del cisne cruzó como un soplo de lirismo por la escena, al que se puede añadir una perfección dramática que signó su actuación. El adagio fue el éxtasis. No hubo disonancias; bailó, en una palabra, la angustia de un hechizo. Trabajó hasta el último detalle, pareció perfecta.

El port de bras del final del acto realzó estéticamente la emoción contenida del auditorio, y, dosificada logró el ritmo perfecto. En el tercer acto, no hay dudas, desplegó una buena interpretación, elegante en sus poses, pero en la coda faltó empuje. Sin embargo, concluyó con una intrépida ronda de piqués que levantó los ánimos del público. Las ovaciones corroboraron la actuación de ambos artistas.
El pas de trois contó con tres figuras del BNC: Ginett Moncho, Claudia García y Rafael Quenedit, quienes hicieron una loable faena, sin superlativos, porque sin dudas pueden dar más en la escena; los cuatro cisnes (Maureen Gil, Mercedes Piedra, Adarys Linares y Chanell Cabrera) estuvieron eficaces y coordinados en sus movimientos, y los dos cisnes (Chavela Riera/Yilian Pacheco) destacaron por su entrega y la uniformidad en las variaciones. Un soplo de buen gusto y energía a granel/buen baile aportaron a la danza española Chanell Cabrera/Diego Tápanes (¡en su estreno! en el papel), así como Ivis Díaz/Ernesto Díaz –solistas de las Czardas.
Muy bien Diana Menéndez, en la Campesina del primer acto. No hay dudas de que el juvenil Yansiel Pujada deja una excelente impre-sión en cuanto personaje de carácter encarna, y el Von Rothbart, no es una excepción. El bufón del joven/ágil bailarín Daniel Rittoles, técnicamente brilló con sus audaces giros/saltos, pero, lógicamente en su debut, necesita fogueo dramatúrgicamente, algo que logrará haciéndolo una y otra vez, para alcanzar la comunicación demandada por el importante personaje.
El cuerpo de baile tuvo altas y bajas. En particular, es menester poner mucha atención en los brazos y manos en el medular segundo acto, que no alcanza total uniformidad. Pero sí en el epílogo que fue de una belleza especial. Es una pena que algunas luces ¿intermitentes? opacaran por momentos la escena durante la función.
La Orquesta Sinfónica del GTH Alicia Alonso, dirigida por el maestro Giovanni Duarte, fue protagonista sonora de la historia al entregarnos la partitura de Tchaikovski, con mucho tino, en esta hermosa tarde del primer día del año 2019.