El 40 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano realiza hoy una excepción: vuelve a proyectar Yuli; pues aún mucho público se queda fuera de los cines sin poder ver el filme inspirado en Carlos Acosta.

La más reciente película de la realizadora española IciarBollaín muestra al ser humano detrás del éxito con una fotografía impecable, un guion que provoca lágrimas y que, precisamente, conquistó el premio de ese apartado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España.

El largometraje se concentra en la infancia y adolescencia de Acosta, marcada por la pobreza material, las asperezas de un entorno marginal y la relación con la familia, pero sobre todo con su padre, un descendiente de esclavos que lo bautizó con un apodo: Yuli.

Así le llamaba por considerarlo descendiente directo de Ogún, un dios africano, un guerrero, y, realmente, el recio carácter de Pedro Acosta fue definitivo para que el mundo conociera un bailarín tan extraordinario.

Esta obra es un homenaje a la danza, a mi profesora Ramona de Sáa, formadora de generaciones, y a ese gran hombre que fue mi padre, exclamó el artista ayer muy excitado, antes del inicio de la proyección en el cine Yara, donde volverá a mostrarse este lunes, a las 22:30, hora local.

La cinta está protagonizada por el propio Acosta, junto a los cubanos Santiago Alfonso, Laura De la Uz, Yerlín Pérez, Andrea Doimeadiós, Keyvin Martínez y el niño Edilson Manuel Olbera, entre otros actores.

Olbera, Alfonso, De la Uz y Doimeadiós logran actuaciones memorables, que dada la consagración de la penúltima y el talento de sobras demostrado por parte de la última no sorprende en el caso de ellas pero sí en el del niño y Alfonso, un bailarín y director artístico galardonado con el Premio Nacional de Danza en Cuba.

Casualmente, lo ganó en 2006 junto a la maestra Cheri, como se le conoce a De Sáa, la gran maestra de Acosta, retratada por De la Uz en la película.

La fotografía de Álex Catalán permite apreciar las diferencias -cual identidades- entre locaciones y países con sumo verismo, sin caer en excesos, y la banda sonora de Alberto Iglesias se teje perfecta a la trama, que juega con una coreografía de la catalana María Rovira, interpretada con pasión por la compañía Acosta Danza.

El guionista británico Paul Laverty, dos veces ganador de la Palma de Oro de Cannes y habitual escritor de los filmes de Ken Loach, se basó en el libro autobiográfico del bailarín, No Way Home (Sin mirar atrás).

Ambas piezas descubren a un chico de la calle, deseoso de ser futbolista, obligado por el padre a estudiar ballet, un arte que al fin un día lo cautivó pero que lo alejó de la familia, los amigos, el país natal que tanto ama.

Yuli no podía ser una película sobre el éxito, aunque enfatiza en el arribo del protagonista al Olimpo de la danza y lo deja convertido en el primer Romeo negro de la historia del Royal Ballet de Londres, una de las más grandes compañías del mundo.

El filme revela también a un hombre tremendamente triste y sensible, con dolores infinitos y obsesiones aún sin consumar, pero con la voluntad de hacerlo, gracias a ese espíritu inculcado por el padre, el de un guerrero muy poderoso.

(Con información de Prensa Latina)