Aquel 27 de noviembre de 1871 caía la tarde cuando ocho inocentes almas exhalaban su último aliento de vida antes de caer, “moribundos de dicha y amor”, ante los disparos del pelotón de fusilamiento del cuerpo de voluntarios de La Habana.

Se perpetuaba así uno de los crímenes más espantosos acontecidos en la historia de la nación cubana: el asesinato de los ocho estudiantes de Medicina, hecho recreado en la película Inocencia, exhibida recientemente en presentación especial para recordar aquel lamentable suceso.

Foto: Cubaperiodistas

En el largometraje su director Alejandro Gil -periodista devenido realizador- muestra el resultado de la exhaustiva investigación para dar a conocer al público “aquello que no se dice en los libros de historias”.

El filme ofrece dos historias paralelas: los sucesos acontecidos alrededor del crimen y la investigación que llevara a cabo Fermín Valdés Domínguez, uno de los implicados en aquel momento, máximo defensor de sus compañeros de clase y amigos.

La cinta resulta una vindicación hacia aquellos jóvenes estudiantes de primer año de medicina, y para las (pocas) personas que tuvieron el valor de reclamar ante el injusto acto, cuando toda una ciudad hizo silencio.

La magia del cine permite sensibilizar a los espectadores pues, aunque se conozca -mucho o poco- acerca de lo acontecido, la película cala profundo y permite reflexionar cómo fue posible que el temor, la ignorancia y la barbarie pudieran sobresalir ante la cordura y la justicia. Valido el análisis en aras de que nunca se pueda repetir actos de esta índole en pleno siglo XXI.

Making off de la película Inocencia

Palabras de Eusebio Leal, historiador de La Habana sobre el filme