El mismo día, 18 de noviembre, pero con algunos años de diferencia, son frustrados dos intentos de asesinar a nuestro jefe. El primero en casa de Ramiro Valdez y el segundo en el Paraninfo de la Universidad de Panamá.
Esta es básicamente la historia de ambos …
El primer complot comenzó en 1959 y nuestro agente, ya fallecido, era un hombre que había vivido muchos años en Nueva Orleans y luego en Miami; se llamaba Luis Tacornal. También había otro agente, su compañero en Nueva Orleans, que siempre estuvo involucrado en el caso y que no mencionaremos su nombre.
El principal objetivo era asesinar a nuestro Comandante en jefe en la casa de Ramiro Valdez, quien en ese entonces era el jefe de nuestros Servicios de Seguridad y provocar un levantamiento armado. Con tal propósito, desde febrero de 1960, se destina a Luis C. Herber, responsable de la CIA en ese entonces, para el área de Centroamérica y el Caribe, para supervisar personalmente toda la operación en el terreno.
El grupo contrarrevolucionario, estaba dirigido por el agregado militar de la Embajada de los Estados Unidos en Cuba, mayor Robert Van Horn, quien había sido instruido por otro agente CIA durante un viaje a La Habana de apellido Morales. Entre los integrantes del grupo estaban Geraldine Shannon, de nacionalidad norteamericana, Fernando López, Pablo Márquez y Homero Gutiérrez.
Por supuesto, que el plan fracasó. Todas las organizaciones ya desde ese entonces, estaban infiltradas y para esta fecha, todos los implicados fueron arrestados, excepto los diplomáticos, claro está.
Panamá 2000…
Este segundo plan, se comienza desde junio de 1999, nuestro Jefe había hecho el compromiso de asistir a la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno planificada para finales del 2000 en Panamá.
Como era habitual, la asistencia de Fidel a esta o cualquier Cumbre era una oportunidad de oro para la mafia de Miami para intentar acabar con su vida. Y el territorio panameño ofrecía condiciones propicias para el atentado: fronteras vulnerables, muchas deficiencias en sus esquemas de seguridad interna y la penetración de los servicios de inteligencia norteamericanos en áreas estratégicas del país, en especial el sector militar y las comunicaciones.
"El plan” estaría a cargo de Posada Carriles, que ya había probado tener la sangre fría para asesinar y para lo cual contaba con una red de colaboradores dentro del país y la asesoría de un selecto equipo de terroristas compuesto por Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Crispín Remón y Guillermo Novo. Para esta ocasión se esmeran y hacen una “selección de selecciones” para llevar a cabo el trabajo, tanto así que se orientó a la mafia unir a dos personajes que jamás habían trabajado juntos: Posada Carriles y Novo Sampoll.
Sampoll tenía un historial propio en la ciudad de New Jersey; se vinculó con la DINA durante la dictadura de Pinochet en las décadas de los años 70 y 80 y participó en el asesinato del diplomático chileno Orlando Letelier.
Posada Carriles, por su parte, radicó varios años en Venezuela hasta que fue apresado por su participación en el atentado al avión de Cubana de Aviación, en 1976; cuando logró escapar de la cárcel se estableció en El Salvador, y desde allí estructuró un equipo terrorista que se nutrió fundamentalmente de guatemaltecos, salvadoreños y hondureños.
Por su parte, Jiménez Escobedo era un miembro importante de la FNCA, en Miami, y Remón alcanzó notoriedad con su participación en el asesinato del funcionario cubano Félix García Rodríguez, y la planificación de otros atentados en Estados Unidos.
Con estos asesinos y en estas circunstancias habría que lidiar. Todo ello y otros elementos, influyen para que se decidiera partir al país centroamericano con un año de antelación a la Cumbre.
Los terroristas manejaron más de una variante para lograr su cometido: volar el avión de Fidel en el momento del aterrizaje, hacer un atentado en el trayecto del aeropuerto al hotel donde se hospedaría, o en algún otro de los recorridos que hiciera durante la Cumbre Iberoamericana, y, por último, hacer estallar el Paraninfo de la Universidad, donde se llevaría a cabo un acto de solidaridad con Cuba.
Durante los meses previos a la Cumbre, varios de esos elementos contrarrevolucionarios visitaron Panamá para estudiar el terreno y organizar el apoyo interno. Entre agosto y septiembre del 2000, Posada Carriles y Gaspar Jiménez Escobedo entraron al país con los mismos pasaportes que usaron luego en noviembre.
Los terroristas estudiaron las locaciones de la Cumbre, en especial el hotel donde se hospedarían los jefes de Estado. Pero los operativos de seguridad en la zona complicaron la posibilidad de atentar allí contra la vida de Fidel.
Las circunstancias y las fuertes medidas de seguridad tomadas les fueron cerrando las distintas posibilidades y entonces decidieron centrar sus esfuerzos en el único plan que creían viable: volar el Paraninfo de la Universidad.
Entran al país los días previos a la Cumbre, para ultimar los preparativos del atentado. Una parte ingresó por el aeropuerto internacional y otra por la frontera costarricense y se trasladaron por tierra hasta Ciudad Panamá.
Pero si los terroristas consideraron que podían actuar con impunidad en territorio panameño, no tomaron en cuenta a nuestra seguridad cubana que, desde mucho tiempo atrás, los seguía y estaba al tanto de sus pasos y planes.
Nuestra parte cubana entregó a la panameña un listado de los terroristas. Allí aparecían todos los personajes que participaron en la planificación del atentado, incluidos todos sus alias y hasta los tipos de pasaporte que podían utilizar para ingresar a Panamá. Podemos decir que les hicimos la Tarea. Los servicios de seguridad panameños tuvieron en su poder todos los elementos al detalle, necesarios para detener a Posada y su grupo.
A pesar de la amenaza real, Fidel nunca rehuyó de su responsabilidad y esta no sería la excepción. El Comandante dejó claro que no iba a ausentarse por el riesgo. Así que sobre las 11:25 am del 17 de noviembre arriba a Panamá. Increíblemente hasta el clima también hace su parte, pues una tormenta con ráfagas, truenos y relámpagos, acompañó la llegada del Jefe, lo que por una parte retrasó que Fidel descendiera del avión pero otra parte, fue una media hora adicional que se ganó para actualizar sobre la situación con los terroristas. Se informa que Panamá no había hecho nada al respecto.
Se tenia una variante para esta situación de inactividad del gobierno panameño. Fidel siempre con todo previsto, había mandado un aviso con uno de los compañeros nuestros a Ponce, quien estaba al frente de los periodistas cubanos que cubrirían el evento, para que estén atentos sobre unas declaraciones que se harían en presencia del Jefe. Y este desde las tres de la madrugada de ese día 17, se reúne con todos los periodistas fuera del hotel y avisa que se producirán fuertes declaraciones de nuestro Comandante en jefe a su llegada.
En efecto, Fidel decide hacer una denuncia pública y demandar el cumplimiento de la ley, lo que resultaría determinante para que se tomaran medidas contra los terroristas. Y lo hace en conferencia de prensa desde el propio hotel donde se alojaba, el Caesar Park, ante la prensa nacional e internacional, y pronuncia una frase demoledora:
(…) Hago la denuncia al llegar aquí y no antes de viajar, para que a nadie le pase por la mente que cualquier peligro o amenaza nos puede intimidar (…)
Pasada unas horas de efectuada aquella denuncia, agentes de la policía judicial capturan a Franco Rodríguez Mena, quien se hospedaba en la habitación 310 del hotel Coral Suites, quien en realidad era el terrorista de origen cubano Luis Faustino Clemente Posada Carriles, que ingresó a Panamá desde el día 5 de noviembre. En la misma habitación es también capturado Novo Sampoll. Los otros implicados, Crespín Remón y Gaspar Jiménez llegaron al lugar en auto y se percatan del operativo, pero fueron incapaces de evadir a las autoridades, que los atraparon en las cercanías del hotel.
Se conocía que Posada Carriles era extremadamente desconfiado y receloso, que acostumbraba a planificar y organizar actos terroristas, pero abandonaba el sitio y dejaba su ejecución a otros elementos. Así que se precisaba buscar la forma que en esta oportunidad no abandonara Panamá y para ello, fue necesario montar un juego operativo donde se le hace creer que un alto oficial de nuestra Inteligencia estaba dispuesto a desertar, pero para hacerlo, había puesto como condición que estuviera Posada, y por eso, permaneció en Panamá hasta el momento en que fue detenido.
Serían cerca de las cuatro de la tarde, cuando el Comandante en jefe se encontraba visitando la Iglesia de San Pablo Apóstol, donde descansan los restos del general Omar Torrijos, que un compañero se le acerca y le alcanza una pequeña nota: "Ya cogieron a Posada”.
Se ha dicho, se ha escrito, que los terroristas logran colocar los explosivos C-4 debajo de la tribuna lo que NO es cierto. Lo que si es cierto, es que logran de complicidad con algunos panameños, "aprovechar” una brecha de seguridad y pasar los explosivos por algún control, pero serían detectados oportunamente por NUESTRA SEGURIDAD.
Estos hechos y los que sobrevinieron después, provocaron la ruptura de relaciones diplomáticas entre Panamá y Cuba.
Así te recordamos Fidel.
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