Con un solo corazón, Cuba amaneció unida contra el genocidio en Gaza. La consigna del pueblo fue una: "¡No a la guerra!". Un clamor por los niños, por detener el sacrificio de vidas inocentes que llena las noticias. Este grito reunió hoy a más de cien mil personas en la Tribuna Antimperialista, un espacio transformado, una vez más, en plaza de combate por la justicia global.
Al frente, el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, junto al embajador palestino y representantes de las organizaciones de masas, dio rostro a la solidaridad cubana. Un grupo que cobró un significado especial con la presencia de jóvenes palestinos que estudian en la isla.

La crisis en Gaza deja una estela de devastación: más de 67.000 palestinos han perdido la vida, y de ellos, el 70% son mujeres y niños. Más de 1,7 millones de personas han sido desplazadas por la fuerza, 500.000 enfrentan niveles catastróficos de hambre, y solo 10 de los 36 hospitales permanecen parcialmente en funcionamiento. Sin embargo, estas cifras no son datos fríos, representan familias destrozadas, sueños truncados y vidas que claman justicia.
El régimen sionista de Israel está empleando el hambre como arma de guerra con una impunidad escalofriante. Cada día, esta estrategia deliberada se cobra la vida de 15 palestinos por desnutrición; 12 de ellos, niños. Esto no es una consecuencia colateral, sino un crimen de lesa humanidad.
Hoy, la imagen de Palestina ante el mundo es la de una madre contemplando cómo su hijo muere de hambre entre sus brazos. Esta realidad es inadmisible, es profundamente dolorosa y hace urgente la lucha.

Sabrina, una pionera de diez años de la escuela primaria Nicolás Estébanez Murphy, del municipio Plaza de la Revolución, dirigió una conmovedora carta a los niños de Palestina.
“Ningún niño debería aprender primero a tener miedo que a leer”, afirmó con la claridad de quien ve el mundo sin filtros. En su mensaje, lleno de esperanza, les aseguró: “Te envío mi voz, mi abrazo y mi deseo de que nos encontremos algún día en un mundo sin bombas ni muerte. No estás solo; aunque el cielo se oscurezca, hay quienes te piensan, te quieren y creen contigo en la paz”.

En nombre de los jóvenes palestinos que estudian en Cuba, Abdallah Samir Abdel Raham, estudiante de sexto año de Medicina, alzó su voz en defensa de su patria. Agradeció a la UJC y a la FEU por su respaldo a la causa palestina y reconoció también la valentía de las mujeres cubanas “Rapadas por Palestina”, defensoras de la libertad y el derecho a la autodeterminación.
Al concluir su intervención, afirmó que la única solución posible se resume en la máxima de Fidel: “Frente al genocidio basado en la limpieza étnica, frente a las armas letales, la voluntad de los pueblos es más poderosa”, aseguró. “Palestina seguirá en pie, aunque intenten someterla mil veces, porque su lucha es también la nuestra: por la autodeterminación, la justicia social y la dignidad humana”.

“Somos hijos de una Revolución —declaró Yaliel Cobo Calvo, Segundo Secretario de la UJC— que forjó en nosotros los valores del humanismo y la solidaridad internacional”. En sus palabras, destacó el vínculo histórico que une a ambos pueblos: una lucha común frente al mismo enemigo, en defensa de su soberanía y su derecho a existir. Esa hermandad de causa, afirmó, consolida el compromiso de las nuevas generaciones de cubanos con las luchas justas en cualquier rincón del mundo.
Dos años después de una escalada de violencia sin límites, el pueblo palestino no solo resiste con una fortaleza desafiante, sino que mantiene viva la esperanza de un Estado libre. Naciones Unidas ha calificado esta situación de insostenible, aunque las palabras no alcanzan para describir el dolor de quienes lo han perdido todo.
La última Asamblea General de la ONU dejó claro que Palestina no está sola. Las voces de protesta crecen por todo el mundo diciendo “¡Basta!”. La solidaridad ha trascendido los foros internacionales: América Latina, con Cuba, Venezuela, Colombia, Brasil, México y otros gobiernos, está a la vanguardia de las movilizaciones; estudiantes en España exigen el embargo de armas; las calles de Yemen acogen millonarias marchas cada viernes; Líbano honra los sacrificios de sus mejores hijos.
La sociedad civil se moviliza: trabajadores y sindicatos se organizan y presionan; artistas renuncian a actuar en festivales patrocinados por quienes normalizan la ocupación; incluso el deporte, ese espacio que debería unir, se ha convertido en altavoz de boicot a Israel.
Una de las acciones más simbólicas de las últimas semanas fue la flotilla Global Sumud: 50 barcos y cientos de activistas de más de 40 nacionalidades navegaron hacia Gaza con un solo propósito: recordar a quienes sufren que no están solos.
Gaza resiste, y con su resistencia demuestra que hay un pueblo dispuesto hasta las últimas consecuencias a romper las cadenas coloniales, levantar el bloqueo y arrebatar sus legítimos derechos: la autodeterminación, el establecimiento de su Estado independiente con Jerusalén como capital, y el retorno a su tierra.
La causa palestina no es lejana ni es un conflicto religioso. Trasciende las playas de Gaza, recorre el Levante y se convierte en un llamado a la conciencia de la humanidad frente a la impunidad y la barbarie.

Cuba, fiel a su tradición de solidaridad con las causas justas, alzó una vez más su voz desde esa tribuna. Un compromiso que ha sido constante en foros internacionales y que hoy se reafirma con fuerza desde La Habana.
A dos años del exterminio israelí en Gaza, la isla mantiene encendida tanto su voz como su conciencia. Reafirma que Palestina vive en cada acto de resistencia, en cada niño que sueña con regresar a su hogar, en cada pueblo que se niega a rendirse ante el imperio.
Desde La Habana, volvió a elevarse el mensaje que trasciende el tiempo y las fronteras: “Mientras haya injusticia en Palestina, habrá una Cuba solidaria que denuncie, acompañe y luche por la verdad”.
Ver además:
Encabeza Díaz-Canel acto de solidaridad con Palestina en La Habana
Cuba . Ejemplo de solidaridad . Con los pueblos oprimidos en la lucha por la libertad.