La noche del 28 de septiembre de 1960 casi un millón de personas se congregaron frente al antiguo Palacio Presidencial, para escuchar al entonces primer ministro Fidel Castro. En medio del acto, se empezaron a oír explosiones, a las que se respondería con la creación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
“Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva. Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo (…)”, diría Fidel en aquel discurso, que dejó inaugurada la mayor organización de masas de Cuba.
Más de seis décadas después, los CDR han debido adaptarse a los nuevos tiempos, sin abandonar su premisa fundacional de defender la Revolución. Sobre las metas y desafíos en este aniversario 65 Tribuna de La Habana dialogó con el Héroe de la República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo, coordinador nacional de los CDR.

—¿Qué actividades se han realizado en esta oportunidad para celebrar el aniversario 65 de los CDR?
—Hemos desarrollado iniciativas en todo el país. Entre ellas, el tradicional maratón que tiene como punto de partida el Museo de la Revolución; y reconocimientos a cederistas, instituciones y colectivos laborales que se distinguen por su labor comunitaria.
“Además, desplegamos jornadas de donaciones de sangre, acompañamos a los fundadores de la organización, y convocamos a un tuitazo para homenajear a los CDR. Este 28 realizamos el acto nacional en la provincia de Ciego de Ávila, que resultó ganadora de la emulación.
—¿Cuáles son las principales tareas que impulsan hoy los CDR?
—Seguimos llevando a cabo las acciones que nos han caracterizado tradicionalmente, como el trabajo voluntario y las donaciones de sangre, que contribuyen a salvar vidas mediante las transfusiones y la obtención de hemoderivados.
“Es nuestra responsabilidad atender a las personas en situación de vulnerabilidad, a los jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo, así como a las niñas, niños y adolescentes, quienes cuentan con un espacio propio en los CDR infantiles, enfocados en iniciativas recreativas, culturales y deportivas.
“Asimismo, apostamos por el trabajo con la historia en las comunidades y desplegamos tareas de apoyo a la economía, vinculadas con el ahorro energético y la producción de alimentos. Destaca en este sentido el programa Cultiva tu pedacito, enfocado en que cada cederista, desde los espacios con que cuenta, siembre alimentos orgánicos y frescos que beneficien a la familia y al barrio.
—¿Cómo funcionan las labores de vigilancia cederista?
—Hay barrios donde no se realiza la tradicional guardia nocturna, porque se han empleado otros métodos de vigilancia, como las cámaras de seguridad de los propios negocios. No existe una receta única para estar alertas, pero abogamos por mantener algún tipo de vigilancia, en la cual los vecinos decidan qué espacio o institución cuidar.
“Estamos creando destacamentos de vigilancia a nivel de consejo popular, para que atiendan la seguridad de los territorios. Nos sentimos particularmente orgullosos de los destacamentos Mirando al mar, integrados por cederistas que habitan en poblados costeros. Su misión es velar por la seguridad de las costas, ante cualquier infiltración de drogas o intentos de salida ilegal del país, que muchas veces ponen en riesgo la vida de menores de edad. Es una importante labor que estas personas realizan de forma desinteresada.
“Relacionado con lo anterior, trabajamos en la prevención del tráfico de drogas, una tarea a la cual damos prioridad. La droga afecta a familias que se insertan en nuestras cuadras, por lo cual también es nuestra responsabilidad atender este fenómeno”.
—¿Cómo mantener a tono con estos tiempos a una organización creada hace más de seis décadas?
—El objetivo esencial de los CDR es, fue y seguirá siendo la defensa de la Revolución desde los barrios y comunidades. Hoy lo debemos hacer desde una nueva perspectiva. A las tareas fundacionales de vigilancia popular y cederista se suman labores que, de manera coyuntural, la sociedad necesita para mantener las conquistas.
“Revitalizarnos, completar la estructura y ponerla a funcionar, sobre todo en el ámbito comunitario, es una premisa constante. Los tiempos, como decías, no son iguales y algunos piensan que se ha perdido el entusiasmo. Sin embargo, para cualquier país es un privilegio tener una agrupación comunal de este tipo, con estructura en los barrios. Hay hechos que valen más que mil palabras, como dice el refrán.
“Se trata de que la organización sea verdaderamente útil. Si bien no tenemos posibilidad de resolver todos los problemas de una comunidad, sí podemos organizar a los vecinos y trabajar en función de las soluciones a nuestro alcance.
“Hay ciertas tareas que en algún momento menguaron y hoy estamos retomando, como los planes de la calle de cada sábado, en los que estamos inmersos desde el verano. Los vecinos pueden reunirse, buscar una soga, cuatro sacos, una pelota, y hacer la actividad.
“También apostamos otra vez por la recogida de materias primas, iniciativa que nos ha caracterizado y se había perdido. Es cierto que hoy existe un grupo empresarial de recuperación que se dedica a eso, pero no quiere decir que los CDR no puedan jugar un papel importante. Ahora hacemos los mini festivales de materias primas, nuevos espacios que se han ido adaptando a la realidad del país”.
—¿Cómo involucrar a los jóvenes en las dinámicas de la organización?
—Estamos combatiendo el estereotipo de que los CDR son una organización de viejitos. Ciertamente, en muchos lugares los principales líderes son adultos mayores. Esto responde a varios factores.
“Tenemos casos de dirigentes cederistas que fueron los jóvenes que en su momento dieron el paso al frente. Nos quedan incluso fundadores que presenciaron el discurso inaugural de Fidel. Salieron de ahí para sus provincias a crear los primeros CDR, y se han mantenido en la organización desde entonces. Ahora esas personas, obviamente, no son jóvenes.
“A ello se suma que, con las dinámicas de la vida, hay adultos que tienen responsabilidades en su centro de trabajo y después de llegar a la casa quieren descansar un poco; no tienen tiempo para esa labor en la comunidad. Muchos jóvenes estudian en la universidad y también tienen la agenda ocupada. Entonces, cuando se pregunta a quién le queda tiempo, generalmente es al anciano jubilado que está en casa. Eso influye en que muchos presidentes de CDR sean adultos mayores.
“Pero queremos atraer a los jóvenes a la organización. Además de que el relevo es necesario, apostamos por nutrirnos de las iniciativas y el deseo de hacer de las nuevas generaciones. Es imprescindible que los jóvenes entiendan que pueden ser parte de la solución de muchos problemas en su entorno. A veces necesitamos mentes con iniciativa y creatividad para aunar a los vecinos y hacer más agradable la vida en la cuadra.
“Tenemos tareas con respecto a las redes sociales en las que deben tener protagonismo. Creamos el activista de redes como nueva figura en los CDR, cuya función consiste en visibilizar en las distintas plataformas las labores que se realizan en los barrios. Se han abierto grupos de WhatsApp, donde se convocan actividades en las zonas. Como es lógico, ese es un sueño que ha funcionado en algunos lugares, pues en el país existen alrededor de 38 000 CDR y no todos trabajan igual.
“Muchos jóvenes tienen inquietudes ambientalistas o por el bienestar animal. Pueden incorporarse como activistas de estos temas en sus barrios. La estructura está creada, así como los mecanismos para denunciar si alguien maltrata a los animales, por ejemplo.
“Contamos con experiencias de CDR que no hacían prácticamente nada y un joven empezó a motivar a los vecinos para retomar las actividades. La organización es ideal para quienes tengan vocación de dirigentes y quieran desarrollar proyectos en la comunidad”.
—¿Cuál es el mayor desafío de cara al aniversario 65?
—Que los CDR estén cada vez más a tono con el contexto actual, y sean percibidos como una organización realmente útil. Necesitamos que las personas se percaten de que esta estructura puede ser más eficiente en la medida que logre canalizar los problemas que existen en cada comunidad. Para ello es fundamental el trabajo de todos y la visibilidad en las redes, como manera de dar a conocer lo que se hace bien y que sirva de ejemplo.
“Hay muchas cosas por mejorar, y en eso consiste nuestro trabajo. El mayor reto es acercar cada vez más los CDR a las necesidades de la población, para que las personas se sientan realmente respaldadas desde el entorno cercano que es el barrio”.
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