Profesionales de la Psicología, el Derecho, el Periodismo y de organizaciones de masas que trabajan en el ámbito de la violencia y en situaciones de emergencias y vulnerabilidad, participaron en el taller Formación de formadores en autocuidado (AC), que sesionó en La Habana del 3 al 5 septiembre.

Con el objetivo de crear un espacio de reflexión, aprendizajes y prácticas de AC para el personal que contribuirá a la formación de otras personas en estos temas, la acción reunió a representantes de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), medios de comunicación, la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, la Defensoría; el Centro de Estudios de Bienestar Psicológico (CEBPSI) de la Facultad de Psicología y el Centro de Estudios Demográficos, ambos de la Universidad de La Habana y el Centro Comunitario de Salud Mental de Diez de Octubre.

Coordinado por la psiquiatra Ivón Ernand Thames, del Centro Óscar Arnulfo Romero (OAR) y con apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa), el taller contó con la facilitación de Ernand, junto a las psicólogas Consuelo Martín Fernández e Isachy Peña Pino.

Para la preparación del taller se consideró imprescindible estimular la formación de personal en prácticas de cuidados y autocuidado, con el objetivo de adquirir herramientas propias que permitan su autoaplicación, y la replicación de estas estrategias a otros grupos, de manera sistemática.

Entre los temas abordados durante las jornadas del taller estuvieron las teorías del autocuidado, conceptos básicos y su importancia; ética y responsabilidad, consideraciones éticas en la formación en autocuidado y enfoques del AC como competencia individual, profesional e institucional.

Foto: Raquel Sierra

Las personas participantes conocieron diferentes técnicas de AC procedentes de la Psicología y ejercicios básicos, así como sobre la importancia de la respiración. También analizaron situaciones generadoras de estrés y malestares vinculadas a la atención a la violencia y las vulnerabilidades y escenificaron posibles vías para el AC.

En los intercambios se visibilizó el poder de diferentes manifestaciones artísticas, entre estas la música, las artes visuales y la poesía, para el autocuidado. A modo de tarea, las participantes aportaron canciones, fragmentos, obras de artes que perciben como herramientas para gestionar la carga emocional que reciben en su trabajo.

Al tratarse de un taller de formación de a formadores, a lo largo del taller las facilitadoras enfatizaron que cada grupo es diferente y en estos pueden producirse diversas situaciones que deben irse manejando, ajustándose a las normas que se hayan acordado en un inicio y entre las que se encuentran algunas comunes como el respeto a los tiempos, a los criterios de las otras personas, la escucha activa y el consenso en la toma de decisiones.

De igual manera, el programa incluyó métodos pedagógicos para transmitir los contenidos, desarrollo de habilidades didácticas, técnicas de enseñanza y comunicación efectiva. También se enfatizó en las consideraciones éticas y la responsabilidad en la formación en autocuidado y en la necesidad de promover la creación de redes entre los formadores, con el objetivo de compartir experiencias, recursos y apoyo mutuo, una vez concluida la formación.

Entre los ejercicios realizados en los subgrupos estuvo el diseño de un taller para realizar en alguno de los centros representados, que propiciaría extender la formación y contribuir a la comprensión de la necesidad del autocuidado entre quienes, por sus funciones y roles, enfrentan en lo cotidiano situaciones de violencia de género y de vulnerabilidad.

Otras informaciones:

En marcha programa de actividades por el aniversario 65 de los CDR