Desde cualquier punto de la bahía de La Habana, ante la entrada de un buque, se puede observar una diminuta lancha que guía a esta y otras embarcaciones en su camino. Al timón de una de ellas se sienta Iván Barceló Montano, un patrón de lanchas de 41 años de experiencia sobre las olas que divide al mundo de los marineros en dos, la tranquilidad del verano y las tormentas del invierno.

Iván ha sido testigo de innumerables ciclones, frentes de frío y hasta la llamada "Tormenta del Siglo" en marzo de 1993. Mientras el práctico sube al buque para adentrarlo en la bahía, la lancha de Iván se mantiene cerca, guiando el camino a pesar de cualquier inclemencia. Habla de esos peligros con respeto, pero se nota cierto encanto hacia el desafío que implica toda maniobra en su profesión.

El mar fue la solución que encontraron para calmarle el asma cuando solo era un niño. Su padre, quien también era práctico, lo arrastró a este mundo, le mostró cómo la adrenalina de un frente frío previene que el marinero se oxide. Hoy Iván siente que, 41 años después de su primer día, ha envejecido sobre los barcos y no se arrepiente.

¿Cuánto no ha visto un marino en cuatro décadas? ¿Cuántas tormentas e historias? Pero los recuerdos de Iván flotan sobre una maniobra específica en pleno período especial. El nombre de la nave, Enias, el peligro inminente sobre olas que tapaban la lancha y su vida pasando por delante de sus ojos.

Todos sabían que el clima era extremo aquel día, “una locura”, dice hoy. Pero la carga de aquel buque tanque era imprescindible para el momento de escasez que vivía el país. “¡Había que entrar el barco!".

El agua les entraba por babor y salía por estribor. Su padre estaba de turno ese día, desde tierra se enteró de lo que estaba sucediendo, pero tarde. Agarró las comunicaciones y comenzó a decir que aquello era una locura, que virara, y con las palabras más fuertes que pudo encontrar.

Para Iván no había vuelta atrás. Él ubicó la lancha a sotavento, donde el aire no golpeara con tanta fuerza, aunque aquel día era tan extremo de un lado como del otro. Era invierno, un frente frío como pocos que él recuerda en la bahía de La Habana.

Varias veces estuvieron a punto de regresar y abortar la misión para salvaguardar la vida de los tripulantes. Pero Antonio Blanco, el práctico de aquella maniobra, finalmente logró atracar el Enias. Era otro "monstruo", otro marinero con décadas de experiencia que se sabía la bahía de memoria.

Cuando Iván Barceló Montano dice que en verano cualquiera es marinero, se refiere a esos momentos en que un error puede costar vidas humanas e incalculables pérdidas materiales. Momentos que no ocurren por la infinita experiencia de los Prácticos de Puerto de la República de Cuba, una garantía infalible.

La portada de la semana pasada la dedicamos a estos marineros. Una organización cuyo servicio de practicaje marítimo en todos los puertos importantes del país resulta absolutamente imprescindible. Pero a nivel personal cada uno de ellos carga con cientos de historias maravillosas que les queríamos traer.

Foto: Naturaleza Secreta
Foto: Naturaleza Secreta

(Tomado del perfil de facebook de Eduardo Rodríguez Dávila)

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