A Frank Abel Urquía Figueroa le gusta la mecánica automotriz. Y al menos en la empresa donde trabaja «la ve», "a la hora de hacer la inspección, en la parte del foso fundamentalmente, por debajo del carro, detectando desajustes".
Frank Abel se graduó en septiembre del año pasado de la carrera Ingeniería en Mecánica —su primera opción en la boleta del pre—, en la Universidad Tecnológica de La Habana (CUJAE) y su ubicación laboral fue en la Empresa de Revisión Técnica Automotor (Somatón) de La Habana.
"Bajaron 2 plazas a la Cujae, no fue mi primera opción, fue la tercera. La primera era en el Instituto Finlay de Vacunas. Hasta el momento todo bien. Este mundo de los vehículos, los carros, la inspección, me gusta. Además, también las personas con las que trabajo, el ambiente es muy bueno, me hacen sentir bien".
"Aquí he aprendido que en la mecánica se relaciona todo. Hice mi tesis en mantenimiento, casualmente en la parte de inspección. Y muchas de las cosas que implementé a la hora de hacer la tesis es practicamente lo que yo hago aquí en la inspección de vehículos. Solamente cambiaron las máquinas".
Para él la lectura de datos es sencilla. "Uno va cogiendo las cosas". La parte que más le ha costado es el foso. "En la Cujae se ve mucha teoría, pero en la práctica las cosas son diferentes. Fui aprendiendo, con esas personas viejas que llevan mucho tiempo aquí".
"De las cosas que más me gustan a mí, por lo menos, que mejor me hacen sentir, es la relación que hay aquí, el ambiente laboral. A ellos (los de más experiencia) les puedes preguntar lo que sea. Se preocupan porque aprendas".
A los 6 meses de trabajo, culminado su adiestramiento, Frank Abel fue homologado por el Registro Cubano de Buques, y tiene certificación para operar como inspector de vehículos automotores.
Con la pregunta: ¿cuál es tu proyecto de vida?, Frank Abel responde: "por ahora terminar mi servicio social. Ya después veré qué va pasando". Carlos Rubén (Parte I), su compañero de aula y ahora de trabajo, nos respondió más o menos igual.
Los años que nos acompañen Frank Abel y Carlos Rubén en el sistema de transporte, ojalá y sean muchos, serán un aprendizaje para ellos y para nosotros. Que sus apetitos, vitalidad, fuerzas, ingenio, deseos de experimentación, frescura con la que piensan sus ideas novísimas, sus atrevidas inteligencias y códigos para interpretar el mundo, tengan espacio en el sector y se desarrollen. De todo eso necesita el país y el transporte, que siempre lo veamos así.

(Tomado del perfil de Facebook de Eduardo Rodríguez Dávila)
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