Con la tradición marítima en las venas, pues su padre también fue marino, Alianni Borges Álvarez hoy timonea grandes buques. Nos cuenta que desde pequeña el amor por el mar lo reflejaba hasta en la ropa que se ponía. “Curiosamente hay fotos de cumpleaños desde niña que a mí me vestían siempre con una batica marinera, incluso dicen que era mi preferida, siempre en todos los cumpleaños quería que me pusieran esa bata marinera y entonces quién sabe si también desde pequeña venía por ahí”.
Actualmente es tercer oficial de la marina mercante en una compañía naviera internacional. “Este viaje por el mundo del mar se inicia específicamente en el 2013, cuando acabado los camilitos opto por esta carrera de oficial de cubierta de la marina mercante. Después de los cuatro años de estudio paso el año de práctica, el cual fue una experiencia maravillosa donde todos los días querías aprender, ver tus sueños hechos realidad”.

Alianni exhibe una fortaleza física y emocional destacable, pero esconde una timidez detrás de su caparazón marino. Nos relata que su vida en el barco es bastante solitaria, prefiere el silencio del camarote al bullicio de la cubierta y la compañía de un libro o una película.
Explica que ser timonel es una rama muy bonita, pero muy fuerte. “Ahí se trabaja mucho lo que es el mantenimiento del barco, toda esta parte más gruesa del barco que a veces no se ve. Detrás de un arco bonito y reluciente estamos nosotros siempre con el trabajo duro, del día a día. Está también la parte de gobernar el barco que en sí es bajo las órdenes de un práctico”.
“La primera vez que tomé el timón tenía mucho, mucho, mucho, pero mucho miedo y si a eso le sumas la barrera idiomática es un reto mayor. Recuerdo que mi primera experiencia en el timón fue en Francia, entrando en el río de Nantes, era de madrugada, el cansancio y las órdenes de un práctico con otro idioma que no era el nuestro. Estaba muy muy muy temerosa, pero ya después los mismos capitanes te dan la oportunidad de seguir adiestrándote y bueno ya es un momento que le coges tanta confianza que ya forma parte de ti”.
“Muchas veces me he sentido discriminada, creo que desde el primer momento que puse un pie a bordo de un barco. Las mujeres como oficiales a bordo de un barco es algo relativamente novedoso, incluso todavía, aunque luchemos por eso, sí te sientes discriminada.


Algunas veces, a la hora de distribuir un trabajo te mandan algo más fácil que los demás compañeros, pero tienes que imponerte y decir que sí eres capaz de hacer cosas superiores, entonces llega un momento donde esa persistencia da frutos y dicen bueno vamos a dárselo a la muchacha y ven que eres capaz, incluso lo haces mejores que ellos y ya llega un momento que esas tareas difíciles ya son tuyas desde el día que entras hasta el día que te vas: las grúas, el timón, el mantenimiento, etcétera, ya te vuelves una pieza clave de todo a bordo del barco”.
Nos confiesa que su sueño de niña era ser bailarina y medio en broma le decimos que baile en la cubierta, ella responde con seriedad, pues respeta demasiado su trabajo y aspira a ejercer las labores de tercer oficial pronto, que se le han resistido por ser imprescindible en otros quehaceres; pero no se queja, nunca sus reflexiones vienen a modo de queja, al contrario, cierra nuestra conversación con la frase: “mientras tenga juventud, oportunidad y se me abran las puertas, claro que quisiera seguir en este mundo”.
(Tomado del perfil en Facebook del ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila)
Ver además:
Rostros del Transporte (17): Sissi y la reconquista de los cielos

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