Como aquel 2 de diciembre de 1956 se precisa navegar por aguas tormentosas. Arribamos al aniversario 67 del desembarco del yate Granma, también Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en medio de tensiones y acechanzas mediáticas como parte de la guerra de cuarta generación que pretenden subvertir y dividir al pueblo cubano enfrentado a un recrudecimiento del bloqueo genocida con 243 medidas adicionales que afectan, directamente, a los esfuerzos para garantizar las continuidad de los programas de desarrollo y beneficio social en el país.

Cada acierto, desde la unidad, la preparación y la creatividad, resulta imprescindible en medio un escenario internacional condicionado por momentos transcendentales y definitorios para la garantía presente y futura de una Patria libre y próspera que celebra hoy aquella gesta liderada por el invencible líder histórico de la Revolución cubana, el Comandante en Jefe Fidel.

El pequeño yate ahora es nación. De sus viejos troncos de aquel incipiente Ejército Rebelde, brotaron generaciones de vigorosos retoños nuevos y, en su esencia, es siempre punto de partida y continuidad del pensamiento y guía de Fidel.

Y si picado estaba el mar de entonces, hoy lo está el mundo. Y si aquella vez el riesgo de zozobrar provenía de los caprichos de la naturaleza, ahora corren a cuenta del “Norte revuelto y brutal” que actualmente nos desprecia todavía más. Pero como otrora, los 82 expedicionarios crecidos en millones mantienen el rumbo de este archipiélago; mientras sus hijos, los pinos nuevos, desbaratan macabros planes, soportan escaseces con la frente en alto y muestran al mundo la capacidad de una nación dispuesta a enfrentar situaciones como la creada por pandemia la Covid-19 y extender su brazo solidario por el mundo. En cada victoria, una y otra vez hacen morder el polvo de la derrota al imperio que más guerras, desastres ecológicos –por la voracidad de sus industrias- consecuencias directas en el cambio climático que afecta la sobrevivencia de la especie humana y millones de víctimas, en una estela de hambre y muerte, en la historia humana.

Momento para la remembranza y el tributo. De travesía anda todavía el Granma y en su tránsito –como sentenciara el General de Ejército Raúl Castro, “la pequeña nave ha pasado a ser símbolo de independencia, dignidad y justicia, de permanente decisión de lucha y fe inquebrantable en la victoria. Por eso (…) seremos siempre tripulantes del Granma. ¡Esa es la garantía de la eterna existencia de la Revolución y de la Patria!”.

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