El bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba ha sido tema reiterado por decenas de países del mundo en cada sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas y la reciente Cumbre de los 77 y China
La comunidad internacional considera injusto, arbitrario y violatorio de los derechos humanos el asedio perenne de Washington contra la Isla el cual tiene record, más de sesenta años, algo inaudito en esta era de civilización.
¿Cómo puede intentar ser paladín de democracia y derechos humanos una nación como los EE.UU. que sanciona, cerca y agrede al noble y solidario pueblo cubano ?
Ese criminal accionar denota la esencia de un sistema que prioriza el capital financiero y sus intereses geopolíticos por encima de la vida de las personas. El ejemplo que más ilustra esa ignominia fue sin dudas, el comportamiento deshumanizado frente a la pandemia de Covid-19 cuando ese país del Norte desarrollado negó a la Mayor de las Antillas medicamentos e insumos imprescindibles como oxígeno para combatir ese letal flagelo.
Sin embargo, el alto nivel de conocimientos y preparación profesional adquirido por científicos, médicos y paramédicos de la nación caribeña contribuyó a la creación de candidatos y vacunas propias. Pero también surgieron tratamientos decisivos para frenar las consecuencias del virus lo cual ayudó a millones de personas que fueron inmunizados en un período de tiempo mediato, y a la vez posibilitó colaborar con otros países necesitados.
El presidente de Estados Unidos Joe Biden recién prorrogó la ley que recrudece el bloqueo, acto que aisla a Norteamérica en este sentido, a la vez que degrada en el ámbito internacional al “autoproclamado país del libre comercio y el respeto a la diversidad de ideologías”.
Esa estrategia imperial muestra la doble moral, pero también la incapacidad de un sistema de gobierno que no potencia la paz, el diálogo armónico e intercambio cultural, académico, comercial y de interés para las partes. Y por el contrario, antepone la desacertada política de grupúsculos miamenses con intereses de lucro que operan desde la Florida contra el pequeño, digno, y hospitalario pueblo de Cuba.
La Agenda 2030 que promueven las Naciones Unidas tienen como obstáculo principal el rol de las potencias imperiales, esas que fomentan guerras, bloqueos y sanciones a las naciones del Sur, aquellas que precisamente más requieren de ayuda al desarrollo y han sido por centurias explotadas por colonialistas que aún anhelan preservar sus privilegios asfixiando a otros países que luchan por sustentar su independencia, con bienestar para sus compatriotas.
Los cubanos merecen que el infame bloqueo sea erradicado, no prorrogado, y que la estupidez de incluir a esta Isla, (víctima del extremismo y la violencia incitada desde USA) en la lista de países patrocinadores del terrorismo sea definitivamente eliminado por carecer de argumentos y solo complacer a los hacedores de odio y resentimientos cobijados en el sur de Estados Unidos.
De igual manera, hay aspectos significativos relacionados con medios de comunicación, encuestas de opinión y movimientos solidarios como Puentes de Amor, Pastores por la Paz y otros que se muestran contrarios a esa política, no tenidos en cuenta por Biden y el Congreso de EE.UU. Han ignorado y vulnerado principios constitucionales como el referido sentir de la inmensa mayoría de sus ciudadanos con anhelos de viajar libremente a la nación caribeña, también omiten opiniones de empresarios y de millones de estadounidenses y cubanos que allí residen y consideran que es hora de pasar capítulo a esa oscura etapa de confrontación y relaciones incivilizadas e instrumentadas por la Casa Blanca. ¡Basta de bloqueo!