Releía las biografías de los 72 diputados de La Habana a la X Legislatura de la Asamblea Nacional y no deja de impresionar los méritos que los relacionan con las principales actividades de las ciencias y el desarrollo de las diferentes áreas del conocimiento en función del bienestar de sus conciudadanos.
La mayoría se formaron como pioneros y luego iniciaron ese camino de entrega y sacrificio que les permitió alcanzar la condición de militantes de la Juventud y el Partido, a la vez que su ejemplo de profesionales los ubicaba en la vanguardia frente a los principales desafíos que hemos debido enfrentar bajo la condición de país bloqueado y sometido a una guerra mediática que rebasa las seis décadas.
Como argumentaba Fidel en aquel discurso del 4 de abril de 1962, para la creación de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) a través de una reflexión capaz de trascender, por su actualidad, hasta nuestros días:
“Creer en la juventud es ver en la juventud la mejor materia prima de la patria, la mejor materia prima de la juventud, de la Revolución; creer en la juventud es mirar todo lo que nuestra juventud puede hacer; es ver en esa juventud los dignos continuadores de la obra revolucionaria; es ver en la juventud a mejores continuadores o constructores de la obra revolucionaria mejores todavía que nosotros mismos.
“Creer en la juventud es ver en ellos la generación del mañana, una generación mejor que nuestra propia generación, una generación con muchas más virtudes y muchos menos defectos que las virtudes y los defectos de nuestra propia generación.
“Porque creemos en los jóvenes, es porque tenemos una determinada actitud ante los jóvenes. Pero es que los jóvenes de nuestro país se han ganado esa fe; los jóvenes de nuestro país se han ganado ese derecho a nuestra admiración. (…) Con todas esas virtudes, con todas esas características de nuestra juventud, debemos trabajar”.
Nuestros jóvenes lo han mostrado.
Hace dos años, por ejemplo, en medio de la pandemia de COVID-19, muchos arriesgaron sus vidas durante largas estadías en la llamada zona roja. Otros participaban en la atención de las familias vulnerables, tareas de pesquisa, construcción de medios tecnológicos imprescindibles como los ventiladores pulmonares, en la investigación acelerada para la búsqueda de candidatos vacunales propios…
La historia de la juventud cubana y su papel de vanguardia, en estos años, no debe ser condicionada al fatalismo de las consecuencias generadas por el bloqueo, las dificultades causadas por esas limitaciones de recursos y la necesidad de la satisfacción personal, sino de los esfuerzos de generaciones que vistieron los uniformes escolares, ataviados con sus pañoletas, participando en tareas de choque para sacar el país adelante.
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