Difíciles han sido las circunstancias bajo las cuales hemos enfrentado como país las consecuencias de la política genocida del Gobierno de Estados Unidos; desde que los estrategas de la hegemonía expansionista de Washington observaron los profundos cambios sociales de la naciente Revolución Cubana en enero de 1959. A partir de entonces, los planes de atentados cobraron las vidas de cientos de cubanos a través de ataques directos contra objetivos civiles y económicos en todo el Archipiélago.

La aplicación deliberada y criminal de una variante de la guerra bacteriológica con la introducción de virus como la peste porcina africana y el dengue hemorrágico pudieron ser enfrentados por los grandes esfuerzos del Estado cubano para adquirir los recursos imprescindibles que posibilitaran afrontar tales agresiones en medio del genocida bloqueo de la Casa Blanca y la disposición de un esfuerzo adicional para la creación de las bases (Polos científicos) que sustentan el desarrollo biotecnológico de nuestro país.

Entre los programas de subversión trazados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), destaca la propaganda mercenaria que sentó base en la llamada radio Swam –primera emisora utilizada por Washington en función de la guerra encubierta contra Cuba y que puede recordarse como la ofensiva mediática devenida en preludio del ataque por Playa Girón-. Los fracasos y derrotas propinados por la unidad y capacidad de resistencia del pueblo cubano provocaron nuevas agresiones imperialistas.

El escenario actual caracterizado por la crisis exacerbada por dos años de pandemia a escala global y en medio de las consecuencias que provocan el aliento criminal hacia el éxodo de cubanos ha provocado el luto de muchas familias. Sin embargo, la respuesta ha sido incrementar los efectos del bloqueo mediante las nuevas 243 medidas adicionales que provocan mayores carencias en la vida de los cubanos y condiciona la inmigración fuera de los acuerdos incumplidos por la Casa Blanca.

Mediante el control de las plataformas de internet, el gobierno norteamericano sostiene la estrategia de una guerra de quinta generación con el objetivo de quebrar la continuidad de soberanía de la Isla, mediante la creación de una supuesta brecha generacional, las acciones de grupúsculos, alentados por el llamado a la desobediencia social que pretende crear una especie de caos y visión de ingobernabilidad.

Cada nueva jornada debemos preguntarnos por qué todas estas décadas de agresiones contra Cuba no han podido alcanzar sus propósitos. Y ¿cómo fue posible enfrentar la COVID-19 y crear nuestras propias vacunas? ¿Por qué los sistemas de Educación y Salud Pública aún resultan referentes entre los mejores del mundo? O ¿Para qué el gobierno de Estados Unidos insiste y recrudece el bloqueo contra Cuba? Las repuestas están en la voluntad de resistencia y de victorias. En la marcha unida que nos convocó el pasado Primero de Mayo, en nosotros.

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