Alea jacta est, se dijo Tamara Silvia Columbié Matos aquella mañana, hace ya 48 años. Y es cierto que su suerte estaba echada. Junto a otras tres jóvenes aguardaban en el lobby de la sede nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en el inmueble de las calles Paseo y 13, en el Vedado habanero.

En su universidad la habían seleccionado para que trabajara allí. Acababa de regresar de la Escuela de Derecho e incluso ya tenía otra ubicación en una empresa de navegación. Pero algo cambió su rumbo. Y fue definitorio.

Entonces llegó aquella mujer alta, de rostro afable y cálida sonrisa, que en todo momento las hizo sentir bienvenidas con la familiaridad del trato.

“Miren muchachas, lo que yo quiero de ustedes es que…”, comenzó a decirles la presidenta de la FMC en Cuba, Vilma Espín Guillois, quien supo enamorarlas con sus preclaras ideas de que la investigación sirviera de soporte a la materialización de las grandes tareas y proyectos que acometería la organización femenina, creada el 23 de agosto de 1960 al calor de la naciente Revolución.

“Desde ese momento fue intenso nuestro quehacer. Había comenzado la institucionalización del país con el Poder Popular en la provincia de Matanzas, donde se inició el pilotaje de esa experiencia. Investigamos, por ejemplo, el porqué de la poca presencia de mujeres en esa estructura, cuyos resultados se dieron a conocer durante el I Congreso del Partido”.

Vinieron otras encomiendas que abrieron en la joven Tamara una suerte de despertar en temas que antes pasaban inadvertidos. “Desde el punto de vista laboral había una prohibición de que las mujeres ocuparan determinados empleos. Era como un exceso de proteccionismo y ella empieza a propugnar medidas y legislaciones tendentes a favorecer su participación en la economía.

“Había que capacitarlas, prepararlas bien, para que pudieran acceder a más puestos. Fue un proceso precioso. La recuerdo batallando muchísimo, con argumentos fuertes, intentando convencer a los compañeros del Ministerio de Trabajo y de otros, para que entendieran la magnitud de lo que se esperaba.

“A Vilma se le deben muchas investigaciones de gran trascendencia, por ejemplo, las relacionadas con la igualdad de la mujer que llevó más de 5 000 muestras, algo muy representativo para aquellos momentos. También la que ahondó en la problemática de las campesinas y las razones de su poca presencia en las cooperativas, sin desconocer las referidas a la energía eólica, sobre cultivos que apoyaran la alimentación, por citar algunas.

La actual especialista en Asuntos Jurídicos, quien funge como asesora en la FMC, considera que la labor dentro de la federación, le ha concedido la oportunidad de ser protagonista de no pocas etapas invaluables:

“Le agradezco su confianza para ir a cooperar con la Organización de Mujeres Angolanas”, dice, tras afirmar que cada vivencia entraña grandes enseñanzas, todas concatenadas por la figura de una cubana que igual trascendió en el plano internacional. 

Foto: Ecured

“Su voz se alzó en los foros sociales del mundo; en Naciones Unidas era una líder -fue vicepresidenta de las cuatro conferencias mundiales sobre la mujer-, además de su empeño por no dejar morir la Federación Democrática Internacional de Mujeres surgida tras finalizar la II Guerra Mundial”.

A quince años de la partida física de la Heroína de la República de Cuba, este 18 de junio, su compañera de tantas misiones la evoca como un paradigma femenino, que debe inspirar a las nuevas generaciones por ser un ejemplo de valentía en la guerra y grandes méritos en la paz.

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