En fecha tan temprana como el 6 de junio de 1961, el Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario promulgó la Ley 940 para la creación del MININT, donde se incorporó el G-2 MINFAR con la nomenclatura de Departamento de Seguridad del Estado (DSE), una fuerza que prácticamente había nacido con la Revolución misma (marzo del 59) como Departamento de Información e Investigaciones de las FAR (DIIFAR), a finales de ese mismo año devenido Departamento de Información G-2 MINFAR. Era una necesidad que nos imponía la también temprana agresividad del enemigo poderoso.

Desde entonces, hemos estado  obligados a decir -parafraseando un verso del Indio Naborí- MININT, no hay hijo de la Revolución, que haya cuidado (y cuide) más a la Madre que tú.

Y para ilustrar la trascendencia e utilidad de la labor de los combatientes del MINIT, solo un ejemplo: después de más seis décadas de gastar mucho dinero y emplearlo a fondo, los Estados Unidos, la CIA y sus acólitos, todavía lamentan que la Revolución se mantenga en pie y triunfante, y que –por más que intentarlo- ni a Fidel, ni a Raúl, ni a ningún otro alto dirigente del Partido o el Gobierno pudieron tocarle ni siquiera un pelo.     

Sesenta y un año sin permitirse siquiera un segundo de tregua porque el enemigo no descansa. La mayor parte de las veces enfrentando riesgos dentro de las propias filas enemigas, aquí y hasta fuera del país, con el dolor de fingirse como ellos, pero con el orgullo de prestar un inestimable servicio a la Patria. Eso, para no hablar de otras muchísimas tareas de la vida cotidiana, desde la seguridad vial hasta la tranquilidad ciudadana, que tanto merece, necesita y reclama nuestro pueblo.

Son la justeza de la causa, el origen humilde, la discreción y contar con el pueblo como aliado, las principales armas y razones que mueven a sus combatientes y, al mismo tiempo, le hacen fuertes e invencibles.

Así ha sido y así será: proteger al pueblo de sus enemigos y erigirse escudo y espada de la Revolución en la salvaguarda de sus conquistas.

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