El triunfo de la Revolución Cubana fue posible por la entonces situación precaria y de extrema desigualdad y pobreza existente en la nación, la cual trajo como consecuencia la lucha popular frente a una de las dictaduras más sangrientas del pasado siglo, la de Fulgencio Batista.

La victoria de 1959 se logró por la unidad inquebrantable del Ejército Rebelde y el Movimiento 26 de Julio con el pueblo, artífice principal del éxito ante la dictadura de turno. Ello representó un cambio radical de estructuras políticas, económicas y sociales.

Fue erradicada la dominación del capital extranjero sobre los bienes y recursos naturales principales del país. Las grandes compañías de Estados Unidos poseían el control de las ramas más importantes, pero la lucha cubana provocó la nacionalización, pasando estos patrimonios, por vez primera en la historia, a manos de la nación.

Se fomentó la alianza obrero-campesina, la cual permitió acabar con el latifundio y entregar la tierra a los que la trabajaban, potenciándose además la alfabetización con la respectiva continuidad de estudios. Igualmente se instituyó el acceso a servicios básicos de todos aquellos que habían sido marginados por la otrora sociedad “republicana”.

En la actualidad, la obcecada y genocida política de Washington, orientada a desarticular la democracia participativa y popular emprendida durante estos años, ha provocado pérdidas millonarias a la economía nacional. De igual manera, la Ley Helms-Burton obstaculiza el comercio de la Isla y quebranta la soberanía de otros países, por su carácter extraterritorial.

Estados Unidos con su Agencia Central de Inteligencia, CIA, ha empleado contra Cuba disímiles estrategias terroristas, agresiones, bloqueo y subversión durante más de diez administraciones norteamericanas. De 1959 a la fecha son centenares las acciones acometidas contra la Mayor de las Antillas, lo cual ha coadyuvado al descrédito mundial de Norteamérica ante la comunidad internacional, que por más de veintiséis ocasiones ha condenado en sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas el criminal cerco.

Sin embargo, a pesar de la ignominia contra el heroico pueblo cubano, la Revolución vive y se fortalece manteniendo la cohesión entre sus compatriotas decididos a conseguir el desarrollo sostenible con la activa participación de su masa trabajadora, consciente de la necesidad de actualizar el modelo económico sin renunciar al principio socialista que enarbola la justicia social e independencia, como premisas esenciales.

Lo que no perdona Estados Unidos y sus sicarios de la mafia miamense es que esta pequeña nación haya sido capaz de resistir en un contexto de pandemia y crisis global, y además de crear cinco vacunas, decenas de medicamentos y tratamientos para los enfermos de la COVID-19, sin costo adicional alguno, totalmente gratuito para sus residentes.

Solo una Revolución auténtica y genuina como la cubana puede conquistar los logros sociales que hoy exhibe el país, a pesar de las carencias, limitaciones y el acoso perenne impuesto por el gobierno imperial que preside el señor Joe Biden. Lamentablemente este se alejó de sus promesas de campaña, y muestra estar en posición de seguir errando, fracasando como sus antecesores con la política anticubana recrudecida por el ex mandatario Donald Trump, quien tanto mal propinó a la familia cubana y también al ciudadano estadounidense, limitando sus derechos de viajar, negociar, e interactuar con ciudadanos de la Isla.

A las puertas del año 2022, esta tierra fecunda sigue su indetenible rumbo hacia el futuro, batallando sin tregua ontra la COVID-19 y otros flagelos, e impulsando como tarea priorizada la conquista de la seguridad alimentaria, y la defensa de la Patria soberana e independiente que soñó Martí, y Fidel logró.

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