Resulta vergonzoso que ciudadanos dentro de Cuba o residentes en otras latitudes se presten por ingenuidad, ambiciones, o servilismo a intereses foráneos, a denigrar a su país y al sistema socio-económico y político, (perfectible de mejorar), pero el más justo que los que sin dudas le antecedieron, e intenten ignorar la historia de esta Isla la cual cuenta en su haber con más de cien años de lucha por su definitiva independencia.
Los cubanos derramaron sangre y sacrificio luchando contra el colonialismo español, y luego contra los gobiernos represivos seudo republicanos que sostenían la verdulera usurpación de la soberanía por parte del gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) el cua,l empleando diferentes formas de dominación, se apoderó, a partir de 1902, de la inmensa mayoría de los recursos naturales a través de compañías norteamericanas que extraían las materias primas de la industria y los campos cubanos.
Con solo acudir a los libros de textos de historia de Cuba podrá comprenderse la sed de anexionismo y hegemonismo de Washington y sus lacayos y llegar con sólidos argumentos a conclusiones objetivas que les permitiría desechar la avalancha de mentiras y tergiversación de la realidad que pulula hoy en redes sociales manejadas con tecnologías de punta made in USA para instrumentar la perversión desde el Norte brutal que siempre nos despreció.
Aquellos disfrazados de “voluntad patriótica”, que solicitaron la mal denominada “intervención humanitaria” -la cual por múltiples ejemplos el mundo conoció que deriva en invasión, injerencia, destrucción y caos, le hacen el juego a los que quieren retroceder al pasado neocolonial o imponer el neoliberalismo salvaje y tercer mundista que agobia y destruye a países latinoamericanos fomentando más desigualdades, pobreza extrema, y menos solidaridad humana.
No olvidar tampoco la fragmentación del territorio de Guantánamo que llega a nuestros días, una porción del suelo cubano que tiene enclavada una base militar imperial contra la voluntad del pueblo, desde hace más de un siglo.
De igual manera, desde inicios de la pasada centuria la administración de la entonces república mediatizada presidida por Don Tomás Estrada Palma (quien traicionó los anhelos mambises de libertad y mostró su sed de anexionismo), buscó complacencia con la Casa Blanca y comenzó a propiciar diferentes formas de dominación por parte de Washington. Surgieron a partir de ese momento tratados comerciales y de bases carboneras desventajosas para la Isla, también nació la ignominiosa Enmienda Platt que laceraba profundamente la soberanía de la Mayor de las Antillas, Y con felonía EE.UU. fue apropiándose de la inmensa mayoría de los recursos naturales a través de compañías norteamericanas que extraían las materias primas de la industria y la agricultura cubana, es decir, la savia de la vida de esta tierra.
A lo largo y ancho del territorio prevaleció el latifundio con decenas de terratenientes dueños de la tierra de los campesinos que eran quienes la trabajaban en condiciones infrahumanas para los patrones, y no tenían derecho a la propiedad y sus familias generalmente no contaban con esperanzas de alcanzar estudios superiores, ni siquiera acceso a servicios de Salud, a instituciones educacionales medias y universitarias, y menos aún a la enseñanza artística que entonces era privilegio de las élites de poder, de los hijos de la burguesía o solo de quienes tenían nivel adquisitivo para esas aspiraciones.
Con solo acudir a los libros de textos de historia de Cuba, o revisar el alegato de Fidel Castro a La Historia Me Absolverá encontraría la realidad del país en la década del 50 con el régimen batistiano aliado de Washington, podría comprenderse el afán de anexionismo y también de hegemonismo de las administraciones estadounidenses y algunos lacayos.
Así mismo, los desconocedores de la historia podrían nutrirse de sólidos y convincentes argumentos que les permitan llegar a conclusiones objetivas, y por ende estimulan a cualquier persona digna desechar de manera diáfana la avalancha de mentiras y tergiversación de la realidad que pulula hoy en redes sociales manejadas por enemigos de la decencia, la paz y el altruismo, y para lo cual cínicamente violando el derecho internacional y la Carta Magna desembolsan millonarias sumas a mercenarios para ejecutar actos subversivos, apoyándose en tecnologías de punta para instrumentar la perversión desde el Norte brutal, el mismo que tradicionalmente a despreciado a los ciudadanos del Sur a los cuales sus supremacistas blancos califican como ciudadanos de tercera y cuarta clase, categoría. Esa es la verdad que los insulsos de mente o pitiyanquis, no entienden, o quieren revivir.
Las llamadas “Revoluciones de colores, o de Primavera” etc., sobre las cuales hay experiencia en varias regiones del orbe, (incluida la desarrollada Europa que parcializadamente con los promotores de disturbios y violencia habla de los sucesos del 11 de julio en la Isla), están concebidas para exacerbar el desorden con el oportunismo de agentes internos, generalmente bien pagados, en contubernio con potencias extranjeras que organizaron las férreas campañas de desestabilización, donde emergen infinidad de mentiras y manipulaciones de todo tipo para lograr sus infames propósitos. Esas innobles prácticas ya conocidas, sirven de fundamento a la batalla de ideas y de justicia que sustentan los cubanos en defensa de la Patria y su independencia.
Resulta muy perverso el que se agreda a Cuba con pretextos infundados de violaciones flagrantes de derechos humanos, cuando es precisamente este país el que dignificó al hombre con la Revolución, acabó con la institucionalizada discriminación racial, la drogadicción y prostitución patrocinada por poderes fácticos presentes antes de 1959, ofreció oportunidades a la población masificando la cultura, la educación, los servicios sanitarios, deportivos, de seguridad social y empleo, casi inexistentes antes y donde las arcas del seguro popular habían sido desfalcadas por los batistianos.
Tampoco en la Isla la policía aplaca disturbios, (muy pocos acontecidos en más de seis décadas) utilizando gases lacrimógenos, balines que laceran ojos y piel, tanques con chorros de agua ni artillería pesada en las calles como es habitual en otros países de América, y también de Europa, donde han ocurrido sucesos muy graves como el de Washington con extremistas asaltando el Capitolio con saldo de muertes y heridos, las colosales manifestaciones antirracistas y en contra del armamentismo en escuelas y calles norteamericanas, pero también constatamos sucesos en naciones del Primer Mundo europeo que lamentablemente ocurrieron con uso de gases tóxicos, caballos utilizados por la policía y otros medios de represión, inexistentes en la nación caribeña. Lo que sucede es que existe la amnesia política cuando de intereses se trata.
Cuba solo precisa que la administración del presidente Joe Biden sea consecuente con sus promesas de campaña y mejore las relaciones diplomáticas con la isla vecina en igualdad de respeto y condiciones, levante de inmediato el genocida bloqueo económico, comercial y financiero, y que de una vez por todas acabe con las estrategias de subversión lideradas por senadores ultra reaccionarios como Marcos Rubio y sus secuaces de la Florida que nada tienen que ver con los anhelos de millones de ciudadanos estadounidenses y cubanos de buena vibra.
Y al mismo tiempo, sin más subterfugios y pretextos el señor Biden, si se lo propone, puede dejar de obstaculizar el avance del peculiar modelo cubano de desarrollo, sin injerencias, asedios, ni restricciones como las absurdas contenidas en la Ley Helms- Burton que además tienen dimensión extraterritorial al quebrantar la soberanía de otros países.
El dignatario de la Casa Blanca puede además, con sentido de humanidad y justicia, eliminar de la espuria lista de patrocinadores del terrorismo a esta nación víctima principal de las políticas extremistas planificadas desde su país, y borrar de un plumazo las mentecatas medidas añadidas por su antecesor Donald Trump y las que siguen imponiendo en su mandato para beneplácito de mafiosos y oportunistas miamenses. Sin dudas lograría el respeto, no solo de la inmensa mayoría del pueblo norteamericano que apuesta por la armonía y a las buenas relaciones, sino también del heroico y altruista pueblo de Cuba.
En un contexto de recrudecimiento del bloqueo y existencia de una de las pandemias más agresivas de los últimos siglos, la COVID-19, la Mayor de las Antillas con el talento de sus científicos y pueblo exhibe logros en tratamientos y vacunas solo concebidas en el mundo desarrollado lo cual tiene el reconocimiento de la comunidad internacional, a pesar de las perniciosas campañas de desinformación fabricadas, particularmente en el sur de EE.UU. donde se cobija lo más corrupto, obcecado, y resentido de la mafia cubana.
¡Dejen tranquila a esta Isla de mujeres y hombres generosos y hospitalarios, pero también de pensamiento y patriotismo!
Ver además: