La potencial estrategia de corrupción instrumentada por Washington contra la Mayor de las Antillas es considerada indigna y violatoria del derecho internacional.

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, denunció los intentos de instrumentar un golpe blando por parte del gobierno de los Estados Unidos el cual no cesa en su empeño de derrotar la Revolución.

Resulta vergonzoso el rol de la administración que preside Donald Trump el cual viabilizó el desvío de millones de dólares correspondientes a los contribuyentes de su país, para subvertir el orden y la tranquilidad ciudadana en la Isla y otras naciones que no son serviles a sus intereses. Y como su modus operandi es perturbar la institucionalidad, ante su derrota electoral Trump incita también a sus seguidores en Washington a la violencia y al mismo tiempo contribuye a desestabilizar y desprestigiar su propio sistema, catalogándolo de fraudulento.

Los cubanos que conocen la doble moral y práctica hostil de gobiernos norteamericanos no se sorprenden de la falta de ética y decoro que muestran la Casa Blanca y algunos de sus sicarios en su obcecada actitud de promoción de golpes blandos. Pero otro de los graves errores del dignatario estadounidense es querer instrumentarlo en la nación caribeña, donde como en embestidas o agresiones anteriores están llamados al fracaso por existir un pueblo culto, cohesionado, que apuesta por la paz, y con una profunda conciencia política y ciudadana.

La historia ha demostrado que los mercenarios al servicio de potencias extranjeras, (aquellos mal intencionados que por dinero o prebendas generalmente se han plegado a las exigencias de la mafia radicada en Miami y al lobbies contrarrevolucionario establecido en el sur de la Florida), han contado siempre con la repulsa de sus coterráneos y también con el olvido de quienes los manipulan e incitan a vender su alma al diablo, precisamente al Goliat que luego de aprovecharlos, al dejar de serles útil, los humilla.

A pesar de la dificultades que coexisten en la Isla agudizadas con la presencia de la COVID-19 y el recrudecimiento del criminal bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU., los cubanos continúan unidos, solidarios, e inmersos en garantizar su desarrollo, actualizando el modelo de gestión económica y socialista ajustado a las particularidades de la Isla, sin imposiciones de injerencia foránea, alguna.   

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