Mientras en decenas de naciones del mundo, incluyendo América Latina, millones de ciudadanos carecen de servicios de Salud, Educación y Seguridad Social, el pueblo de Cuba cuenta con una amplia red de prestaciones sanitarias, y de acceso gratuito para todos sus habitantes.

Gobiernos de corte neoliberal y de extrema derecha, los cuales sistemáticamente agreden a la Isla por su postura independiente y de intolerancia ante entes mercenarios, quienes cumplen los dictámenes de Washington, que intenta quebrar el orden institucional y la tranquilidad ciudadana en la nación caribeña, son precisamente los que mayor historial tienen en su haber de vulneración de derechos humanos.

Estados Unidos (EE.UU), por ejemplo, que tanto asedia a los cubanos tiene hoy la administración más reaccionaria y prepotente del continente (y no cesa en su empeño de subvertir la paz en la Mayor de las Antillas, recrudeciendo el bloqueo de manera antihumana al privarla de acceder, en condiciones apropiadas, alimentos, medicamentos, combustible, productos básicos, tecnologías, y recursos financieros para su desarrollo), y atesora además, una larga lista de hechos de lesa humanidad.

En ese territorio de Norteamérica se han asesinado en las calles a decenas de afroamericanos con el uso indiscriminado de la represión por parte de la policía, y de igual manera en escuelas e interior de los barrios han sido ultimados un considerable número de jóvenes, debido a la política oficial de acceso a armas de fuego y otros artefactos de diferentes calibre.

También la proliferación del consumo de drogas en adolescentes y otros segmentos poblacionales, suma homicidios en ese país que se autoproclama “defensor de los derechos humanos”, en el Universo.

En cárceles estadounidenses se encuentran recluidos millones de personas, como inmigrantes de diversos orígenes, hispanos y otras minorías, y generalmente sus causas no justifican los injustos procedimientos judiciales, ni tampoco los años de encierro. A ello se suma la inmensa población retenida en pasos fronterizos, los niños separados de sus familias y otros atropellos, solo concebidos por estrategias discriminatorias y xenófobas.

La insuficiente atención sanitaria ha sido palpable con el tratamiento dado a la pandemia de COVID-19, fuera de control en ese país del Primer Mundo, el cual llegó a tener colapsado su sistema de Salud.

Y en el ámbito externo, es la política guerrerista de la Casa Blanca la que más desgracias y asesinatos ha concebido, incluso extrajudiciales, como acaeció en el Oriente Medio con el crimen de un general iraní. También la obcecada presencia militar e intervención en Siria, Iraq, Libia, Afganistán, entre otras, solo han dejado a su paso destrucción, y muerte. Las constantes sanciones y cercos a otros pueblos son el modus operandi de ese gobierno que se considera gendarme mundial.

Mientras, en otras naciones del Sur se constatan también violaciones a derechos humanos con desmedidos actos represivos, empleo de gases lacrimógenos y balas de goma contra manifestantes en la calles, produciendo la muerte e incapacidad de cientos de ciudadanos. Publicaciones recientes de medios de comunicación muestran cómo suceden estos actos de violencia extrema, y de lesa humanidad, en territorio de Chile, Perú, Colombia, y llama la atención cómo la Organización de Estados Americanos, OEA, que se vanagloria de velar por los principios de democracia y derechos humanos en la región, lo sigue ignorando.

No existe país perfecto, todas las estructuras de los Estados están siempre sujetas a ser mejoradas y perfeccionadas. Pero debe existir la voluntad política para ello, y potencias hegemónicas como EE.UU no muestran signo alguno de interés en reconocer sus reiterados errores e injustas políticas, y menos aún, corrigen los desafueros cometidos con naciones del Sur a las cuales instrumenta penalizaciones a irracionales asedios, por el mero hecho de no compartir sus designios y salvaguardar su independencia nacional.  

Vea además: 

Victoria de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU

Administración Trump lacera derechos humanos de los cubanos