En el contexto de una profunda pandemia global, la administración estadounidense recrudece el bloqueo a Cuba. Esa actitud arrogante, injusta e infame solo puede catalogarse de cinismo institucional; es precisamente el magnate presidente de Estados Unidos (EE.UU.) quien con mostrado regocijo promueve el asedio a la nación caribeña, para satisfacer mezquinos intereses de grupúsculos miamenses que durante décadas han vivido del negocio de la contrarrevolución y ensanchado sus bolsillos con el dinero de los contribuyentes norteamericanos, y empleando métodos corruptos.

Washington quebranta desvergonzadamente los derechos humanos de unos 12 millones de compatriotas que residen en la Isla y también de aquellos ciudadanos cubanos y estadounidenses que viven en el país del Norte al cual la Casa Blanca, de manera ignominiosa, les priva de sostener vínculos familiares, amistosos y comerciales con el pueblo de la Mayor de las Antillas.

Sin embargo, a pesar de las mentes enfermas de odio que prevalecen en el entorno del mandatario de los Estados Unidos, en la tierra de Martí se trabaja arduamente por vencer el letal virus de la COVID-19 sin descuidar los programas de desarrollo económico y social concebidos. Igualmente se realizan ajustes y un nuevo reordenamiento demandado por la situación sanitaria del mundo y el vil cerco de Trump que intenta agravar las condiciones de vida de la población.

La historia juzgará la actitud abusiva y prepotente de ese gobierno que desprecia a la humanidad. Las necias sanciones que impone a personas y pueblos enteros, así lo confirman. Su ceguera política es de tal magnitud que limita a sus conciudadanos a viajar y conocer de cerca la realidad de la Isla, y al mismo tiempo se aísla de la comunidad internacional que sigue condenando lo arbitrario de las leyes del bloqueo que además vulneran la soberanía de otros Estados independientes.

La suspensión de remesas de dinero de familiares radicados en EE.UU a sus familiares en la nación caribeña atenta contra madres, hijos, hermanos, tíos, abuelos y amistades que recibían esos envíos desde la comunidad cubana en ese país. 

¿Qué pretende la Casa Blanca y su manager, el señor Trump?

Asfixiar por hambre y necesidades a todo un pueblo. Además de horrendo califica de genocidio su comportamiento, avanza hacia el mayor record de violación de los derechos humanos generado en los últimos años de su tropeloso mandato.

En medio de la campaña electoral por su reelección y en la cual pululan los millones de dólares que precisaría su país para resolver parte de sus crecientes problemas internos, también la América Latina, con esos montos despilfarrados en EE.UU, podría disminuir las colosales desigualdades y pobreza latente. Este señor dedica su verborrea soberbia a chantajear gobiernos, entidades y organizaciones regionales e internacionales para alcanzar sus oscuros propósitos de manipulación y dominio, sobre otros países independientes.

Trump y sus secuaces han querido empañar la noble obra humana de colaboración y solidaridad emprendida por Cuba con brigadas médicas, en lugares del planeta que lo han solicitado ante graves situaciones sanitarias. Pero la verdad se impone y los millones de personas que en diferentes puntos del orbe han recibido la asistencia de los cubanos solo tienen frases de agradecimiento por los miles de vidas salvadas.

El magnate que preside la Casa Blanca debe preocuparse más por ayudar a millones ciudadanos estadounidenses que sufren la segregación racial y social. También debe ocuparse de mejorar los servicios de Salud y Educación con acceso gratuito para su pueblo, sin distinción de clase, credo ni raza, algo que sigue negándole a sus compatriotas, muchos de los cuales confiados, votaron por él.

¿Cómo explica Trump ante la comunidad de naciones y fundamentalmente ante la población y Congreso de los Estados Unidos, que más de 200 000 ciudadanos han fallecido en esa desarrollada nación por el colapso de prestaciones de Salud y falta de recursos apropiados desde que comenzó la pandemia? Eso sí debería ser la máxima prioridad de esa administración, y no agredir a quienes con inmenso sacrificio han logrado contener el avance de la letal enfermedad.

¡Basta de manipulación de la verdad y aprendan las lecciones! Los que viven de ofensas, agresiones y estrategias subversivas hacia otras naciones degradan cada vez más su condición de ser humano y obtienen la repulsa de los pueblos del mundo!