Con esa característica de lo real maravilloso en nuestra idiosincrasia, nos insertarnos sin pedir permiso en la polémica colectiva para abordar en medio de una cola asuntos que versan desde lo doméstico muy personal o social hasta los asuntos considerados política de Estado. Y es precisamente la esencia de lo ganado a partir del triunfo de la Revolución cubana.
Es muy difícil separar de la lógica, de lo cognitivo, la concepción de una nación que perfecciona los propósitos de desarrollo sobre bases de participación colectiva; a pesar de obstáculos que condicionan, los generados por el bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos.
Pensar como país es más que una convocatoria. De hecho, nos obliga a buscar en nuestra génesis las potencialidades que nos definen. Una vez más podemos observar cómo otros asuntos relacionados con la
producción de alimentos y el saneamiento de las finanzas ocupan un lugar prioritario en la agenda gubernamental –a través de los diferentes niveles– y los criterios de los ciudadanos devenidos observadores
proactivos de los Lineamientos de la Política Económica y Social que se decidieron en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, sobre la base de debates populares.
La estrategia económico y social avanza y continuará con una mayor efectividad al observar el sentido de pertenencia que genera entre los productores agropecuarios, por ejemplo, las posibilidades de insertarse
en el desarrollo económico del país, como exportadores.
En la reciente intervención del Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el programa radiotelevisivo Mesa Redonda, en relación con los retos de la tarea ordenamiento, que debe conducirnos a la unificación monetaria y cambiaria, expresó que “todos estos aspectos nos obligan a imprimirle un mayor ritmo a la implementación de la estrategia”, ante la necesidad de impulsar una relación más adecuada con todas las formas de producción, incrementar la producción industrial, estimular las ofertas de bienes y servicios –tanto en el sector estatal como en el no estatal–, poner en marcha el verdadero fortalecimiento de la empresa estatal y las transformaciones pendientes de gestión no estatal, así como transformar y modernizar el comercio.
Díaz-Canel subrayó que “nuestro socialismo excluye como política la aplicación de terapias de choque a los trabajadores. Por tanto, aquí nadie quedará desamparado y está previsto, si alguien quedara en una situación de vulnerabilidad con la aplicación de la tarea ordenamiento, cómo se le apoyará y ayudará. Ratificamos responsablemente que se preservarán las conquistas fundamentales de la Revolución, como Salud y Educación gratuita, consagradas en la Constitución”. Vivimos en un archipiélago, pero de ningún modo podemos concebirnos en el estrecho margen semántico de la palabra isla. Somos más.