Me invadió la ansiedad cuando lo supe, entonces la espera se hizo eterna. Saber que lo vería a pocos metros me hizo sentir vencedora. Esa mañana de septiembre, la escalinata de la Universidad de La Habana volvió a ser historia; Fidel hablaría a los jóvenes.
“¡Ya llegó el Comandante!”, se escuchó entre tanta gente, entre tantos jóvenes, y los aplausos y ovaciones se hicieron inmedia.
Después de diez años recuerdo con claridad lo que sentí al verlo bajar del auto donde se transportaba usando su uniforme, fue como ver la historia dentro de la historia.
Detenidamente lo observaba, y me emocionaba más porque al fin se había cumplido mi deseo de ver al Comandante –aunque solo fuera una vez- de cerca y no por un televisor. Contemplarlo saludar la bandera, mientras se entonaba el himno que me hace sentir más cubana, más fidelista. Es indescriptible la convergencia de sentimientos al mirar o escuchar a Fidel, sin importar el momento o el lugar.
Esa mañana comprendí lo que años después afirmó un amigo: Fidel impresiona. Y sí, tenía y tiene mucha razón. Su imagen, su verbo, la manera con que trasmite y lleva a cabo sus sueños… ese es Fidel. Ejemplo de altruismo para el mundo, consecuente con sus principios revolucionarios; amigo de los humildes y desprotegidos.
La lucha por la paz y la justicia social lo identifican en cada rincón del planeta. “Gracias por tu dignidad, gracias por tu rifle fiel, por tu pluma y tu papel, por tu ingle de varón. Gracias por tu corazón. Gracias por todo, Fidel”, escribió Carilda Oliver en adelantada premonición, en 1957.
Escribo conmocionada por el impacto de aquellas, sus palabras. No era perfecto, pero como dijera Nancy Morejón: “Fidel tiene fortuna, una sola fortuna, la fortuna de ser Fidel”.
Coincido con su comentario. Tuve la dicha de estar cerca de Fidel al graduarme del IV Contingente del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech. Con solo 19 años y ya tenia la suerte de tener a menos de 5 metros al Comandante, el ídolo de todo joven revolucionario, de mi tiempo y de todos los tiempos. !Qué inmensa fortuna haberlo escuchado dirigirse a nosotros, reconociendo en tantos adolescentes a los maestros de aquel entonces! !Qué fabulosa oportunidad de haber coincidido con él en mi breve espacio de vida! ... Soy sin dudas una privilegiada.