En célebre carta a los jóvenes socialistas (bien pudiera estar dirigida a todos los seres humanos del planeta), el poeta español Antonio Machado dejaba constancia de su profunda vocación humanista: “Trabajar para el pueblo. ¡Qué más quisiera yo!”. Aquella pasión por servir a la causa más noble con la literatura como soporte la fue regando el bardo andaluz tal cual flores perfumadas a lo largo de un camino empedrado, particularmente difícil, cargado de abrojos, pero incapaz de hacerle quebrantar la legitimidad y tamaño a su esperanza.
A nuestro Ministerio del Interior –digamos que un mito (en el mejor sentido de la palabra)–, le ha tocado en suerte y por vocación, poner el talento y el arrojo de los hombres y mujeres que le integran, al compás de la añoranza de aquel rimador descomunal, quien por esos caprichos de la vida naciera un 26 de julio, justamente 175 años antes de que lo mejor de la juventud cubana se lanzara a reivindicar las ideas y la imagen de José Martí, Héroe Nacional cubano.
Sí, 59 años (este 6 de junio) de trabajo para el pueblo, sin distinción de razas, sexo, edad, extracción social, sin torvos favoritismos, bien y sin descanso; día y noche, con la sana intención de preservar la paz de sus compatriotas –digamos que la vida misma– y defender la supervivencia de los sueños.
Y si la contrarrevolución, aun subvencionada y apoyada por el poderoso imperio, cuando más se ha tenido que conformar solo con pírricas victorias (crímenes y atroces sabotajes); si la CIA tiene en la Revolución cubana y su pueblo, tozudo y tenaz adversario todavía a derrotar, casi seis décadas después de macabros planes subversivos; si Fidel vivió hasta cuando quiso, si no hay tregua ni para el fuego ni los accidentes viales, y a la delincuencia se le mantiene en jaque; si la constancia y no la improvisación, la conciencia no la insensibilidad, en múltiples frentes de batalla... ello tiene un nombre: ¡Minint!
Entre sus miembros amplia es la relación de héroes que el pueblo reverencia, pero mayor aún resulta la de los anónimos de la cotidianidad. En sus filas otro amplio número forman parte de la legión de mártires de la Patria, también están quienes le prestaron (y prestan) inestimables servicios y hasta quienes por hacerlo pagan el amargo precio de ocultar sus verdaderos sentimientos.
No es casual entonces que ahora mismo los haya, también, luchando en la primera línea de combate, sin medir riesgos ni poner reparos, con nasobuco en la batalla por la vida, y con la razón como arma principal en la defensa de las ansias de todo un pueblo por el porvenir, y la serenidad de su existencia misma cada día.
¡Vayan nuestras felicitaciones para los combatientes del Minint, en este nuevo aniversario!
Me gusta mucho ese énfasis, Elías Argudín Sánchez! Te felicito!