El orificio de bala en el lado izquierdo de la broncínea escultura a José Martí demuestra que la cobarde agresión terrorista, contra la sede diplomática cubana, en Washington, será mantenida bajo el silencio cómplice del gobierno de Estados Unidos como una afrenta al pueblo que, erguido, mantiene sobre sí la esperanza de un mundo mejor posible.
La premeditación en el criminal comportamiento del atacante –tal como se mostró en las grabaciones de seguridad de la embajada- seguía un guión anticipado por las veces que exploró el lugar hasta llegar sin levantar sospechas a la acción: arrojar nuestra bandera mancillada y en llamas, la descarga de 32 proyectiles de un fusil AK-47, que luego lanzó contra la sede diplomática, antes de cubrirse con el pabellón norteamericano como un modo de protegerse durante la previsible captura realizada por fuerzas policiales y del servicio secreto de aquella nación.
Los elementos expuestos por el canciller Bruno Rodríguez Parrilla resultan contundentes y plenos de interrogantes acerca del vínculo del terrorista con altos funcionarios del gobierno estadounidense, ante el mutismo encubridor de la Casa Blanca. Una vez más las nuevas variables de guerra oculta de Estados Unidos contra Cuba, fueron predichas en el ideario antimperialista martiano cuando escribe en el periódico Patria: “(…) ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar. Cuando se vive en un pueblo que por tradición nos desdeña y codicia, que en sus periódicos y libros nos befa y achica, (…) es de deber continuo y de necesidad urgente erguirse cada vez que haya justicia u ocasión, (…)”.
Así lo define en sus preclaras palabras en la misiva enviada a Maceo, el 25 de mayo de 1893, desde Nueva York: “Precisamente tengo ahora ante los ojos la protesta de Baraguá, que es de lo más glorioso de nuestra historia”, anticipado a lo referido en su carta inconclusa al amigo Manuel Mercado, el 18 de mayo de 1895, un día antes de caer en Dos Ríos, al referirse a los intentos del poderoso vecino del Norte de intervenir en la guerra cubano-española con la anexión de Cuba a los Estados Unidos.
En el texto, nuestro Martí, enfatiza el pensamiento que nos une a los cubanos en la guerra que se nos hace desde el imperio: “En mí, solo defenderé lo que tengo yo por garantía o servicio de la revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad. - Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros”.
NUESTRO GRAN APOSTOL DEMOCRATA , CRISTIANO.PERDURARA POR CICLOS, AMEN