¡Felicidades Presidente!

Te hemos visto crecer desde la simiente que fuiste antes que árbol en el centro de la Isla, cuando tu nombre ya era parte de ese río de pueblo que te compartía en tus recorridos sobre una bicicleta.

Desde entonces la acción devino palabra tangible y tus cabellos comenzaron a blanquear en los desvelos de ministro de Educación Superior, mientras tu ejemplo definía la estatura del legado que depositaría más responsabilidades sobre tus hombros.

La confianza de Fidel y Raúl llenaron tu camino de convergencias: allá donde es perceptible la silueta majestuosa de la Sierra Maestra, en el centro, la mirada infinita de Che Guevara, en el occidente la presencia reflexiva de Martí.

Las palabras de Raúl en la Asamblea Nacional aún se escuchan. La vida de un revolucionario marcada por las urgencias y la mirada atenta del pueblo sabio al reiterar las ideas del Comandante en Jefe como legado.

Incansable sin refugio en la espera compartiste el dolor que causó el paso del tornado del pasado 27 de enero de 2019, preludio del nacimiento del Héroe Nacional, tus manos abrazando y compartiendo la esperanza de levantarnos juntos y pensar como país.

Las interminables jornadas de trabajo que demandan tu presencia frente al desafío de estos tiempos de enfrentar a sendos enemigos: las consecuencias del genocida bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos y enfrentar al nuevo coronavirus.

Felicidades compañero, que en tus ropas de ciudadano es perceptible el color de verde olivo y sobre tus hombros el rombo rojo y negro de la estrella solitaria entre las ramas de olivo.