En momentos que el mundo precisa de cerrar filas para combatir una de las pandemias globales más letales de la última centuria, el gobierno de los Estados Unidos de América continúa sustentando contra Cuba el bloqueo más largo, inhumano y genocida de la historia contemporánea, e insiste también en esa práctica delictiva aplicando sanciones y asedios contra otras naciones soberanas del orbe como Venezuela e Irán.

El cerco de Washington contra la Mayor de las Antillas no solo tiene récord de duración, sino clasifica como crimen contra todo un pueblo, al estar orientado a asfixiar por hambre y enfermedades a millones de seres humanos. Y ante la COVID-19 que rápidamente se ha propagado por todo el planeta, este acoso resulta aún más inmoral e injusto, y solo puede concebirse y sustentase por mentes torcidas de odio, ambición y prepotencia.

Las autoridades, a pesar de las limitaciones económico-financieras y del cerco estadounidense, no escatiman medios ni recursos para salvar vidas y hacer frente a ese letal virus que ha hecho colapsar sistemas de salud en países desarrollados de Europa, y que también afecta ya de manera vertiginosa a Nuestra América, donde coexisten abismales desigualdades y sistemas sanitarios en determinadas naciones muy lucrativos, a los cuales los más pobres no pueden acceder.

Ante esta pandemia debe prevalecer la colaboración entre gobiernos, especialistas y expertos en el tema, y dejar de lado las diferencias ideológicas y apetencias de poder que están presentes en aquellas administraciones que aún en medio del terrible virus, prefieren potenciar guerras, la carrera armamentista, las bases militares, e intervenciones foráneas.

Lo que se impone en circunstancias tan complejas como las que atraviesa la humanidad en la actualidad es la solidaridad y el intercambio de científicos y experiencias. China, la primera víctima de este fenómeno, ha dado lecciones de altruismo y generosidad por su disposición a apoyar el combate de la pandemia a nivel global. Son varios los pueblos que cuentan con la ayuda del gigante asiático.

Asimismo, Cuba, nación pequeña de corazón gigante, ofrece su modesta contribución en médicos y paramédicos a todos aquellos que lo han solicitado. Colaboradores de la Salud de la Isla están presentes en Italia, Nicaragua, Venezuela, Surinam, Jamaica y otros pueblos.

Los galenos cubanos dan muestras de entrega infinita a su profesión de salvar vidas, aún en las más difíciles y peligrosas condiciones.

También los pobladores de la Isla están cumpliendo las medidas orientadas por las autoridades del Gobierno con el propósito de prevenir la expansión de la COVID-19, que tiene presencia en el país a través de extranjeros y cubanos procedentes de otras naciones que lamentablemente lo importaron, sumando 67 casos positivos hasta este jueves. Pero ante el alto grado de contagio que produce este virus fue imprescindible el aislamiento social, y se recomienda el lavado frecuente de manos, empleo de hipoclorito de sodio, agua con cloro para desinfectar y cuando se precise, usar nasobucos.

También es importante no salir de los hogares sino es indispensable, solo hacerlo cuando lo demandan razones de trabajo, adquisición de alimentos, medicinas o solicitar asistencia médica, y siempre tomando las medidas establecidas evitando las aglomeraciones de personas y la distancia requerida.

La población se mantiene informada por los medios locales y nacionales, y comienza a tener percepción del riesgo que implica esta enfermedad.

La observancia de la higiene y las medidas dispuestas son decisivas para evitar la proliferación del virus. Alertas, sin pánico, pero con disciplina y responsabilidad lograremos vencer en el menor tiempo posible, esta pandemia.