Han llegado lejos, tanto que a veces olvidan lo que les falta por alcanzar. Sin embargo, en la mayoría de los casos, siguen asumiendo los roles que la sociedad les asigna, sobrecargándolas con tareas domésticas y familiares que no llevan precisa y únicamente sus nombres.

Cubanas de hoy, en su diversidad y múltiples expresiones y colores, continúan, o lo intentan cada día, seguir los caminos que han costado décadas escalar, aunque para no pocos el feminismo siga pareciendo una amenaza y no una apuesta por la equidad. Cada paso de avance es una victoria ganada al machismo –no pocas veces solapado y reinventado-, a las violencias y a los paternalismos aniquiladores. No hemos alcanzado poco, pero, pese a los obstáculos, vamos por más.

Idalmis

Tiene una sonrisa que ilumina. Idalmis Ferro Medina empezó a aprender del oficio de la tabaquería cuando tenía 17 años y ya lleva más de 20 en el mundo de los habanos, como torcedora.

Idalmis Ferro Medina, torcedora en la próxima reencarnación. Foto: Raquel Sierra

Supo del curso de nueve meses para aprendices por una amiga y decidió intentarlo, a los cinco ya pudo evaluarse –recuerda– sin olvidar a quienes la ayudaron a formarse.

“Me gusta mucho mi trabajo en la fábrica Partagás, me fascina lo que hago. No te haces torcedora y ya, hay posibilidades de ir creciendo y alcanzando las categorías superiores”. Actualmente, ya en la octava (la máxima), hace tabacos Salomón, luego de un curso para figurados.

“Esto es como una magia: antes de comenzar a trabajar, no tenía idea de lo que era una fábrica de tabaco. Cuando llegué y vi a tantas personas pensé que iba a ser difícil, pero si eres sociable, eso te ayuda.

“El departamento es tu casa, pasas casi todo el tiempo en la fábrica, de lunes a sábado, y siempre tenemos algo nuevo que contarnos. Quise superarme, tenía aspiraciones de hacer otra cosa, pero sinceramente lo digo: me jubilo aquí, esto me fue envolviendo y, por suerte, tuve el apoyo de mi mamá para cuidar y formar a mi niña. Todo lo que soy en esta vida y lo que he logrado, ha sido por mi trabajo, me siento realizada y he logrado que se realice mi familia. Si naciera de nuevo, sería tabaquera”.

Reina

Solo un espíritu inquieto pudo reforestar las márgenes del río Peñas Altas, en el municipio de La Habana del Este. Dulce Reina Herrera Pérez, de la Cooperativa de Créditos y Servicios Sergio González, se salió con la suya.

“Ha sido una de mis grandes batallas y la gané, gracias a mi tiempo y dedicación, porque reforestar conlleva sacrificio. No se hizo por dinero, sino por ayudar, porque cuando se reforesta un río, es para todas las personas”, cuenta la geofísica, al frente de la finca agroecológica La Reina, en el kilómetro 28 y medio de la Vía Blanca. 

Dulce-Reina-se-representa-a-sí-misma. Foto: Raquel Sierra

“Una finca agroecológica no se crea en un día, hay que romper muchos esquemas. Lo primero es amar la naturaleza, respetar el medio ambiente y crear condiciones para evitar el uso indiscriminado de químicos”, sostiene.

En un antiguo basurero de una fábrica, a dos cuadras de la costa, Reina ha sembrado unos 35 tipos de frutales. Con igual dedicación llenó de mangle las márgenes del río, desafiando la salinidad.

“Mi reforestación no ha sido de hoy, ni mis plantas son bebés, ya son árboles. Antes, todo se anegaba. Cuando el ciclón, yo tuve daños graves, pero no se inundó, gracias a la reforestación. La gente decía que era una locura, pero, me hice un propósito: todos los días sembrar una planta, y no hay una que estas manos no hayan sembrado. Las cubanas tenemos un camino ganado, pero a veces no somos comprendidas. A mí me decían que necesitaba un hombre que me representara en la finca y yo respondía: quiero representarme yo misma y me siento orgullosa, no por autosuficiencia, de haberlo logrado”.

María Isabel

En los últimos años, desde 2006, dedicó casi todas sus horas a hacer posible el sueño de Eusebio Leal de recuperar la Quinta de los Molinos. María Isabel Martínez Oliver, ingeniera industrial desde 1984, de la Dirección de Inversiones del Malecón, adscrita a la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC), ha tenido una vida intensa y la oportunidad de trabajar, junto a su equipo en otras importantes obras, entre ellas el monumento al General Calixto García, en la Quinta Avenida y antes de vincularse con la Oficina del Historiador de la Ciudad, fue directora de inversiones de la desaparecida cadena náutica Marinas Puerto Sol. 

María Isabel, sabiduría a pie de obra Foto: Tribuna de La Habana

“Cuando me gradué, empecé a trabajar como inversionista en las obras de restauración en los hoteles Inglaterra, Plaza y Sevilla y el restaurante El Floridita. Uno se viene a dar cuenta de lo que hace, después. En la Quinta querían hacer un palomar, pero Leal me dice: haz algo que no haya en ningún lugar, y de pronto me surgió la idea del mariposario, con un invento de cuatro vigas”, recuerda María Isabel.