Generalmente, usted puede escuchar a la gente, en Cuba, opinar abiertamente en relación con temas diversos que no excluyen una mezcla de los asuntos domésticos con los más actuales problemas del mundo contemporáneo: economía, bloqueo (específicamente aplicado por el gobierno de los Estados Unidos contra la Isla) y las guerras, entre otros. Pero sobre todo la gente plantea las necesidades individuales a partir del análisis de las causas de los problemas que más les afectan.
Los debates, abiertos y espontáneos sobre diversos temas suelen producirse en cualquier lugar de La Habana, la capital de todos los cubanos, como núcleo de convergencia de residentes y visitantes. Tales comentarios se refieren a los esfuerzos de cada cual, para evitar esa “cadena” de dificultades que incrementan las penurias lógicas y sufridas en un país realmente bloqueado por el gobierno norteamericano; aunque esa administración se empeñe en llamarle “embargo”.
De ahí, que podemos hablar de Cuba, como un país de derechos que son defendidos por la mayoría lo cual se demuestra, más reciente, en los resultados de la consulta popular relacionada con la Reforma Constitucional que se lleva a cabo y demuestra la profunda esencia de aquella frase del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, cuando aseveró que “la Revolución no te dice cree, sino lee”.
Aún y a pesar de los sistemáticos esfuerzos realizados en casi 60 años de Revolución, las dificultades que enfrenta el pueblo cubano persisten. Por supuesto, nadie quiere hablar del pasado (antes de 1959), pero ¿cómo podríamos saber lo que avanzamos si no tenemos en cuenta los errores y aciertos en las diferentes etapas del camino recorrido?
Precisamente, por estos días del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, resulta importante evocar las palabras que el destacado intelectual y revolucionario Alfredo Guevara compartía en el set del programa: “Con dos que se quieran basta” cuando confesaba al cantautor Amaury Pérez (conductor de este estelar) un asunto que hasta el momento no había escuchado.
Se refería al momento en que se derrumba el campo socialista (liderado por la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS) y por lo cual la dirección del Estado cubano debió “interrumpir” el siguiente paso concebido para alcanzar un nivel de satisfacción cultural importante (antes había logrado el de la instrucción) con más de 100 000 jóvenes en diferentes niveles de enseñanza.
Se trataba de salvar, advertía Guevara, lo principal: la soberanía e independencia de Cuba, bloqueada y amenazada por una incursión militar directa de los Estados Unidos, a partir de los continuos ataques terroristas con bombas colocadas en aviones (el vuelo de Cubana, sobre Bárbados en 1976), en instalaciones turísticas y económicas de todo el territorio nacional.
De acuerdo con Guevara, el siguiente paso era salvar la Revolución y ese, según su criterio (y lo comparto), fue una de las decisiones estratégicas más sabias aplicadas por el Estado cubano.

Cuba, estado de derecho
¿Por qué, entonces, digo todo esto para confirmar que vivimos en un Estado de derechos? La primera respuesta habría que tenerla en cuenta en las primeras medidas aplicadas por el Ejército Rebelde en las zonas liberadas de la Sierra Maestra y, específicamente, las leyes emitidas a partir del Triunfo de Enero de 1959.
Por ejemplo, en febrero del año 1959, el gobierno revolucionario de la República de Cuba dictó una Ley Fundamental que estableció los lineamientos básicos de un nuevo régimen político, económico y social, escogido en ejercicio del derecho de autodeterminación. Este derecho “natural”, presupuesto del Derecho Internacional Público, indisociable de la existencia misma de todo pueblo políticamente organizado aún antes de constituirse en Estado, había sido ya sancionado en la esfera internacional en la Carta de la Organización de Naciones Unidas en 1945 como inalienable e imprescriptible.
En este país, dichos ejemplos de altruismo y entrega, por cotidianos, no dejan de ser valorados como uno de los mayores méritos de un Estado que vela por la calidad de vida de sus ciudadanos, a pesar del genocida bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, los reportes de las agresiones realizadas durante más de 50 años de bloqueo expresan el genocidio que incluye esa política extraterritorial de Washington contra Cuba.
Algunas de las agresiones de EE.UU. contra la Mayor de las Antillas que atenta contra los Derechos Humanos:
• El Cardiocentro Pediátrico “William Soler” fue incluido, en el año 2007, por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos en la categoría de “Hospital Denegado”, por lo cual se le imponen condiciones para la venta de productos y se le niega la adquisición de estos, si no cumple con las exigencias planteadas (por la administración de turno en la Casa Blanca. Por supuesto, exigencias que se apoyan en cuestiones tan absurdas como el condicionamiento para adquirir medicamentos y tecnologías en empresas y sus filiales estadounidenses, en todo el mundo; debido a las regulaciones de leyes extraterritoriales que refuerzan el bloqueo contra la Isla). Esta situación ha conllevado a un sinnúmero de afectaciones en la realización de diferentes técnicas quirúrgicas por no poder adquirir en el mercado norteamericano determinados materiales apropiados para niños y niñas -afectados por cáncer y otras patologías-, como las sondas vesicales y traqueales de mayor calidad, catéteres y stents, entre otros.
• A los niños y niñas cubanos se les niega el uso del dispositivo Amplatzer de fabricación norteamericana, elaborado a partir de materiales especiales para evitar el rechazo orgánico. Este dispositivo es utilizado para el cierre percutáneo de la comunicación interauricular, (cierra la abertura defectuosa entre las arterias aorta y pulmonar, procedimiento conocido como cateterismo intervencionista) que evita la cirugía a corazón abierto, intervención que además de riesgosa, requiere de cuidado intensivo y una recuperación de tres semanas.
• A la Compañía norteamericana ABBOT se le prohíbe la venta a Cuba del medicamento Sevofluorane, agente anestésico general inhalatorio, de rápida inducción que lo hace ideal y de primera línea para la inducción anestésica en niños, y a su vez, excelente agente de protección miocárdico ante episodios de isquemia en pacientes anestesiados para revascularización. Otros medicamentos genéricos, de menor calidad y con efectos adversos para el paciente como el Levosimendan es fabricado por la misma Compañía y por ende tampoco puede ser adquirido por Cuba.
• El Instituto de Oncología y Radiobiología está imposibilitado de emplear placas de Yodo Radiactivo en el tratamiento a niños y adultos que padecen del tumor retinoblastoma (tumor congénito que crece en la retina) al no poder adquirir dichas placas dado que sólo pueden ser compradas en los Estados Unidos. Esta tecnología es mayormente utilizada en el tratamiento de niños, dado que permite tratar el tumor de la retina, conservando la visión del ojo afectado y la estética del rostro. Ante esta carencia, la única alternativa es la extirpación del ojo y en una parte de los casos la extirpación de ambos órganos, procedimiento que además de invasivo, acarrea serias limitaciones para la vida. Este Instituto cuenta aproximadamente con 1600 pacientes anuales, que se ven afectados por la imposibilidad de adquirir los recambios para el Tomógrafo Philips. De ellos 250 enfrentan serias dificultades con la planificación de las radioterapias. El no disponer de esta tec-nología hace que el por ciento de imprecisión del tratamiento se incremente de un 3 a un 5% y se vean afectados los servicios de radioterapia, pues no se pueden precisar con claridad los límites y formas de los tumores.

• Cuba no tiene acceso al medicamento Temozolamide (Temodar), citostático específico para el uso en tumores del sistema nervioso central (gliomas y astrocitomas). Esta enfermedad afecta aproximadamente a 250 pacientes anuales, de los cuales alrededor de 30 son niños. El empleo de este medicamento aumentaría significativamente la supervivencia y calidad de vida de los pacientes, ya que el mismo tiene pocos efectos adversos y es de relativa fácil administración en comparación con otros.
• A Cuba se le niega el derecho de adquirir contraste iodado no iónico, producto que incide en la calidad de los estudios imagenológicos de los pacientes con tumores. Su utilización elevaría la eficacia de los diagnósticos y no se correría riesgo alguno ante reacciones alérgicas al contraste que en ocasiones resulta de máxima gravedad.
• Los Hospitales cubanos se ven privados de la posibilidad de adquirir el reactivo SILANE, comercializado por la Compañía Sigma, utilizado para adherir los cortes histológicos a las láminas para técnicas especiales de inmunohistoquímica e hibridización. Sin este reactivo no se pueden procesar los tumores malignos y otras enfermedades infecciosas, lo que impide la aplicación de técnicas modernas que son necesarias para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de dichas enfermedades.
A pesar de todo, los esfuerzos de miles de especialistas e integrantes del Sistema de Salud cubano, hacen posible la realidad de apostar por la vida. Muy lejos quedaron las imágenes de la seudorepública (antes de enero de 1959) cuando los niños, ancianos y cualquier ciudadano, sufrían la imposibilidad de obtener la asistencia médica necesaria. Una realidad que debió enfrentar la preparación de miles de médicos frente al éxodo provocado por el gobierno norteamericano y que dejó solo 3 000 galenos en la Mayor de las Antillas.
Ante un llamado del líder histórico de la Revolución cubana, Comandante en Jefe, Fidel, se multiplicaría la cantidad de médicos formados, en Cuba, y posibilitaría el apoyo solidario a otras naciones del mundo. El jueves 23 de mayo de 1963 partió de Cuba la Primera Misión Médica Cubana de Ayuda Internacionalista, que laboró durante 13 meses en la República Democrática y Popular de Argelia, dando inicio a una de las más bellas páginas en la historia de la Revolución Cubana en el campo de la salud pública y la solidaridad con otros pueblos.
Durante todos estos años la colaboración médica cubana se multiplicaría sobre la base de un precepto martiano: "... El mejor modo de hacerse servir, es hacerse respetar. Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana, y obra con autoridad de tal. Al salvarse, salva. Nuestra América no le fallará, porque ella no falla a América”.
Cuando triunfó la Revolución cubana, en enero de 1959, alcanzar los resultados que exhibe (actualmente) este país, parecía un sueño.