A diecisiete meses de que la COVID-19 irrumpiera en nuestras vidas, la llamada fatiga pandémica es una realidad que enfrentamos todos. Pero los pequeños de casa son los que más han sufrido, su cotidianidad se ha trastocado drásticamente.

Con mucha preocupación observamos cómo los datos de contagios en los menores de edad, en estos últimos meses, prácticamente baten récords cada día. ¿Qué nos falta para entender que los niños y adolescentes no son inmunes ante el SARS-CoV-2?

Si en las primeras olas del virus en nuestro país los más afectados eran las personas mayores, aunque hoy siguen siendo el grupo más vulnerable ante el riesgo de evolucionar hacia la gravedad, hemos visto cómo han ido desplazándose las edades en los contagios, de los pacientes que incluso evolucionan a estados graves y críticos y hemos tenido que lamentar el fallecimiento de personas jóvenes, incluso, niños.

Este 20 de agosto se confirmó la cifra más alta diaria de menores de 20 años contagiados con el nuevo coronavirus: 2 029, de ellos 1 915 en edades pediátricas. Un año atrás, el 20 de agosto de 2020, diagnosticamos solo tres pacientes pediátricos con COVID-19.

Ya pasan de 95 100 las niñas y niños contagiados y los 5 900 menores de un año, mientras que los adolescentes enfermos de COVID-19 superan los 30 000 en todo el territorio nacional.

A partir de estas cifras, es válido reflexionar sobre cuánto tensa al sistema de salud el aumento de estos números, pues se incrementan las instituciones pediátricas dedicadas en estos momentos solo a la atención de pacientes con COVID-19, sin olvidar que la población infantil no enferma solo de este virus, sino que sigue teniendo otras afecciones propias de la edad.

Foto: Abel Padrón Padilla

Es preciso que en cada hogar y comunidad concienticemos que nuestros niños están enfermando en casa. En este momento, la mayor fuente de contagio en estas edades son los contactos intradomiciliarios. Por ello, insistimos en la autoresponsabilidad de cada miembro de la familia. No nos cansaremos de repetirlo, si cada persona cumple con las medidas básicas de prevención establecidas, estaremos ganando gran parte de esta batalla.

Coincidirán conmigo en que si hay un grupo donde es extremadamente doloroso lamentar la pérdida de vidas, es precisamente en niñas y niños.

Justo cuando hay nuevas luces y avanza la inmunización, no es momento para descuidos. Si nosotros nos protegemos, los estaremos cuidando a ellos, mientras concluyen los ensayos clínicos pediátricos. Hasta tanto esto no ocurra, niños y adolescentes no entran en el esquema de vacunación, por lo que están considerablemente más expuestos al riesgo.

El precio de relajar medidas higiénico-sanitarias puede ser muy alto. No olvidemos que estamos ante un enemigo invisible, que no solo mata, sino que puede dejar importantes secuelas para la salud. Cuidemos lo más preciado que tenemos, la vida de nuestros pequeños.

Estas imágenes preocupan y hablan por sí solas.

(Tomado del perfil en Facebook del Ministro de Salud Pública de Cuba, José Ángel Portal Miranda)

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