El matrimonio de Leonardo Santiesteban Dulzaides, de 56 años, que labora como chofer de la Fototeca de Cuba, y Beatriz Ledesma Santana, de 46 años, especialista en Gestión de los recursos humanos en el Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP), residentes del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) No. 5, perteneciente al Consejo Popular Sierra, en el municipio capitalino de Playa, atravesaron por una experiencia difícil a principios del pasado mes de julio, al resultar Leonardo contacto de un caso positivo a la COVID-19.
Ellos amablemente compartieron con Tribuna de La Habana cómo vivieron aquellos días, de haber superado esos episodios de miedo y nerviosismo, cuando el peligro de una enfermedad tocó tan de cerca a la familia.
“A mi esposa y a mí nos hicieron el test de antígeno y nos dio positivo, después vinieron a recogernos para trasladarnos al centro de aislamiento”, comentó Leonardo.

Según nos cuentan, fueron trasladados a una de las residencias estudiantiles de la Universidad de La Habana (UH), habilitada como centro de aislamiento, ubicada en el Bahía, en el municipio de La Habana del Este. Allí llegaron sobre las 11:00 de la noche.
Confiesa Leonardo, “desde que entramos al centro recibimos muy buena atención por parte de todo el personal, una atención maravillosa”.
Aunque no tuvo síntomas de la enfermedad se sentía nervioso, ya que padece de hipertensión arterial y está operado del corazón. Se sintió más tranquilo, gracias a toda la excelente atención brindada por parte del personal médico que allí labora, así como, desde las auxiliares de limpieza, las pantristas, y también los estudiantes universitarios que apoyan en las tareas de ese centro, a los que no quiso dejar de reconocer por las atenciones y preocupaciones.
“Cuando llegué allí, yo pensaba que estaba en un hotel, la alimentación para mí buenísima, y buena limpieza”, resaltó Leonardo.
Beatriz nos cuenta que se marcharon muy preocupados, porque dejaban a su mamá de 69 años que es una persona vulnerable, hipertensa y a su hija de 14 años, así vivieron esos días con profundos sentimientos de inseguridad e inquietud permanentemente.
“Al resultar positivos, al test antígeno, mi esposo y yo en la entrevista con la doctora del área de Salud, nos preguntó por las personas que convivían con nosotros en la vivienda informándoles mi mamá y mi hija. Las llamé y acudieron para que le realizaran la prueba que afortunadamente resultaron negativa. Nos informaron que teníamos que aislarnos en la casa, aunque pequeña solo de dos cuartos tomamos todas las medidas de aislamiento físico, separando los útiles personales y limpiando con cloro. Posteriormente nos llamaron del puesto de mando para preguntarnos si teníamos todo preparado para recogernos”, detalló Beatriz.

Al referirse al centro de aislamiento donde permanecieron durante esos días dijo:
“Todo muy limpio, muy buen cuidado, los doctores con magnífico trato y atención, desde que entramos, monitoreándonos los signos vitales, tomándonos el pulso, la temperatura, midiendo el oxígeno. Nos llevaron para el apartamento, de dos habitaciones, que compartimos con un señor mayor que estaba solo, manteniendo el distanciamiento y la protección. Tenía su sala, balcón, baño, agua todo el día, una cocina con su fregadero, patiecito para tender la ropa, todo cómodo”.
“Después de asearnos y cambiarnos de ropa, bajamos y nos hicieron el primer PCR (Reacción en cadena de la Polimerasa) y nos tomaron todos los datos, repitiéndonos el examen físico, que lo realizaban diariamente, tres veces en el día”.
El primer PCR, al llegar al centro, dio negativo y se los repitieron al quinto día y también resultaron negativo. Cuenta Leonardo, que estuvo todo el tiempo sin síntomas, ya él había recibido sus tres dosis de la vacuna Abdala, y en el caso de Beatriz, una dosis, ella tenía un poco de catarro y ardor de la garganta.
Resalta Beatriz que su apartamento se encontraba en el mismo bloque que los locales del personal de Salud, quienes le insistían que ante cualquier malestar lo informaran con prontitud, además destaca la atención y ocupación de todo el personal del centro de aislamiento, así como fue muy importante el apoyo de los compañeros de trabajo que se mantuvieron constantemente en comunicación.
Al recibir el alta, les explicaron que debían continuar cumpliendo el protocolo en la casa, manteniendo el confinamiento y que serían monitoreados por el personal de Salud del área. Recibieron una gran ayuda y atención de la delegada del Poder Popular, los CDR y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), expresó Beatriz.
Al preguntarles qué mensaje podían transmitir a la población, Beatriz dijo: “que se protejan, que usen el nasobuco, la higiene constante de manos con agua y jabón, respetar el aislamiento”, son momentos de tomar conciencia, de salir lo menos posible si no es necesario, mantener el distanciamiento para evitar la propagación del virus, el uso del nasobuco para no tener que pasar por esta situación de incertidumbre y angustia, cualquier cuidado es poco y no podemos confiarnos porque nos podemos enfermar y a nuestros seres queridos, concluyó
Igualmente agradecieron a todos los que de una forma u otra hicieron posible sobrellevar esta difícil vivencia. “Quiero agradecer a la Revolución, y a todos los doctores y personal del centro que nos atendieron con mucho amor y cariño”, dijo Leonardo.
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Es bueno saber estás experiencias, lo triste es cuando uno sabe q no son mayoría, ni las condiciones de los centros aislamiento, ni la higiene, ni el seguimiento en los hogares x médico familia, y mucho menos de las organizaciones de masas Realmente tuvieron mucha suerte