Ninguna medalla resulta mayor satisfacción que exhibir en sus batas de médicos la marca Cuba que les identifica como parte de las colaboraciones del Contingente Henry Reeve, en cualquier lugar del mundo. Escribir, desde la perspectiva que miraron otros, en los cuales dejaron profundas huellas de gratitud durante su estancia en Andorra la Vieja, capital del Principado, ubicado en los Pirineos, es una de las tareas más difíciles que puede asumir un periodista; sin embargo, resulta un privilegio en la motivación de un revolucionario pleno de orgullo por el deber cumplido de sus coterráneos.

Gracias a ustedes por estar aquí y también a las autoridades cubanas por haber aceptado llevar a cabo esta primera misión en Andorra”, destacaba la ministra de Asuntos Exteriores del Principado, María Ubach, en la despedida a los cubanos después de tres meses de intensa labor y en los cuales contribuyeron a detener la curva de contagios letales provocados por el SARS-COV-2, causante de la COVID-19.

En Andorra realizaron más de 11 370 atenciones sanitarias tanto en el hospital Nostra Senyora de Meritxell como en el centro socio sanitario El Cedre, instituciones habilitadas para atender a infectados con la enfermedad, en un estado de 77 000 habitantes. Los médicos y enfermeros cubanos ayudaron en la recuperación de 468 casos positivos, del total de 752 curados en la nación pirenaica.

A las preguntas de los andorranos –con mucha frecuencia– del por qué viajan desde tan lejos para enfrentar un virus tan contagioso, los nuestros respondieron salvar vidas vale mucho y a la especificidad de saber si cumplir estas misiones forma parte de la carrera de Medicina en Cuba, aclaran desde una posición humanista que define el concepto martiano de que “Cuba anda de hermana por el mundo, no de pedigüeña”.