Dayron Molina Gálvez, administrador del complejo de tiendas Caracol S.A, ubicado en la calle 12, del capitalino municipio Plaza de la Revolución, resulta convincente cuando expresa la efectividad de las medidas aplicadas para sostener el intenso volumen de ventas en estos centros comerciales en los cuales es perceptible el arribo de ciudadanos procedentes de varios territorios habaneros; a pesar de las limitaciones con el transporte debido a las regulaciones establecidas para el aislamiento social en tiempos de Covid-19.

“Entre los desafíos está el lograr ofrecer una atención de excelencia, en medio de las lógicas limitaciones que provoca el distanciamiento social, largas filas que son controladas con el apoyo de agentes del Ministerio del Interior con el objetivo de garantizar el flujo ordenado de entrada a nuestras tiendas y evitar alteraciones del orden público por el tiempo lógico de espera, así como la presencia de ciudadanos que resultan conocidos como revendedores de turnos y de los propios artículos que comercializamos.

Dayron Molina Gálvez, administrador del complejo de tiendas Caracol S.A, ubicado en la calle 12 Foto: Raúl San Miguel

No obstante, mantenemos como principio defender la cultura del detalle en la oferta, disposición y colocación de nuestros productos en los estantes de venta, como establece la directiva de Caracol S.A. Por supuesto, esto implica trabajar directamente con cada uno de los miembros de nuestro equipo, en dos reuniones, una antes de comenzar las labores en la cual determinamos la estrategia a seguir durante las ventas del día y la otra cuando concluye la actividad comercial y valoramos, con sentido crítico, aciertos, deficiencias y vulnerabilidades.

“Hoy se nos ha pedido que esta atención se multiplique, estamos en un momento de contingencia, de enfrentamiento a un virus que no tiene cara, donde la mayoría de las personas son asintómaticas y esto implica la posibilidad de riesgo de crearse un evento local que influya negativamente en el esfuerzo de las autoridades sanitarias, el Partido y el Gobierno de La Habana, además de la salud de nuestro colectivo que, por demás, debe estar en condiciones óptimas para cuando se realice la apertura del turismo internacional.

“Digo esto porque entre las tiendas de este complejo se encuentra una dedicada a la venta de tabaco, rones y café, cubanos, con una alta demanda de los grupos de turistas que arriban a la capital. En estos momentos priorizamos la venta de café y de artículos de aseo, cárnicos, lácteos, productos secos y bebidas. Lógico que pueden mostrarse insatisfacciones en la oferta que logramos mantener, en medio de la situación crítica que enfrentamos”.

El diálogo con este joven directivo nos lleva a un razonamiento en cuanto a la formación profesional que le llevó a estudiar y graduarse en el primer curso de trabajadores sociales y recibió el título de oro de manos del Comandante en Jefe, Fidel. Posteriormente terminó la carrera de Comunicación Social en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana.

“Esta formación ha resultado determinante en la función que ahora realizo. En cuanto a mi encuentro con Fidel, lo defino como el momento de la responsabilidad. Me decía que no podíamos ser menos que el resto de los trabajadores que ya estaban laborando en el país.

“No he dejado de ser un trabajador social, aun cuando no lo ejerzo desde el punto de vista profesional. Trato que todas las aristas; o sea desde el punto de vista social tenga una repercusión en esas personas. No puedo desligar mi vida del trabajo social o de la comunicación social, es lo más importante. Donde exista comunicación, el diálogo, sabes cómo son las cosas, por dónde van y de qué manera puedes hacerlas un poquitico mejor”.