La COVID-19 vino a cambiarlo todo. De la noche a la mañana se hizo necesario empezar a llevar nasobuco, distanciarse en las colas, tomar medidas de aislamiento, e incluso suspender el transporte público. Varias fueron las alternativas que se tomaron para que las personas pudiesen trasladarse a sus centros de trabajo, y para mantener la vitalidad de los servicios médicos.
En la Base de Taxis número 151, perteneciente al municipio de Cotorro, desde el mes de marzo se modificó la dinámica de trabajo. En esa fecha, refiere Bernaldo Marcheco Pérez, su administrador, comenzaron a prestar servicio de apoyo en el aeropuerto. “De ahí se generó una importante cantidad de trabajo. En el municipio están basificados los centros de Protección Social, y el de Vigilancia epidemiológica en los cuales prestamos servicios.
“Hoy tenemos 47 autos vinculados directamente al tema de la COVID, mantenemos la atención al servicio de hemodiálisis, con 33 vehículos, además, contamos con 19 autos a disposición de los hogares, y prestamos algunos servicios a terceros, según la disponibilidad de autos y de compañeros que no se encuentren limitados por el tema de la edad, u otra patología laboral. Ello nos permite contar con un total de 110 autos trabajando”.

En el caso de los choferes vinculados a los hospitales, se subordinan a la dirección de esos centros, donde reciben el itinerario a recorrer. Igual ocurre con los vehículos a disposición de la Dirección Provincial de Salud. También cuentan con vehículos vinculados a las farmacias, con los compañeros de restaurantes, y en el Gobierno de Alamar, todo de lunes a lunes. Para garantizar el necesario descanso, los choferes trabajan con un sistema de cuatro días por uno, con un horario extendido de hasta más de 12 horas al día.
Como aspecto positivo resalta la estabilidad de su personal, conformado por trabajadores de la base 151, del Cotorro, y de la base 82 proveniente de San Miguel del Padrón. Varios de ellos cuentan con más de 30 años de experiencia.
Bernaldo Marcheco nos refiere que sus obreros se encuentran orgullosos de la función que realizan, máxime en estos tiempos de pandemia. En el centro, nos explica, cuentan con compañeros mayores de 70 años que comenzaron a trabajar en la COVID-19 y cuando recibieron la indicación de permanecer en sus casas por la edad, lloraban. Agrega que insisten en su disposición de trabajar, lo cual es muestra de la entrega de ese colectivo, el cual está consciente de la importancia del trabajo.
Pese a las dificultades que enfrenta el país, la base 151 mantiene entre sus prioridades la atención al servicio de hemodiálisis con 33 carros destinados para tal fin. Sobre ese particular, Marcheco Pérez expresa: “Cuando aparece un caso nuevo, se le da toda la atención que requiere. El carro está directamente vinculado al paciente, tanto para llevarlo al hospital como para devolverlo a su casa. Aquí le prestamos ese servicio a pacientes del Cotorro y San Miguel del padrón. Ahora mismo tenemos cinco autos apoyando la base 23 en el Vedado. Se ha escalonado el horario, acorde a los reajustes hechos por el hospital”.
EL SINDICATO TIENE LA PALABRA
Acerca de la opinión de la población, Ricardo Alcalá Piñón, secretario general de la Base, comenta: “Todos los trabajadores están dispuestos a cumplir con esta tarea, incluso las personas mayores. Existe una unión entre el pueblo y nuestros choferes. Todos han interiorizado esta tarea. Hay muchos criterios buenos sobre los conductores.

“Al inicio de esta pandemia, los pacientes de hemodiálisis pensaron iba a haber dificultades, cosa que no ha ocurrido. Ellos nos agradecen con aplausos, con sus saludos. Nos invitan a un café o un jugo cuando llegamos a sus casas. Compartimos con ellos muchas veces su dolor, y somos parte de su familia. Es destacable la actitud de este colectivo, su patriotismo. Estamos en una guerra de la salud y si somos una potencia médica ¿por qué no la vamos a enfrentar todos juntos?”.
HISTORIAS QUE CONMUEVEN
Pablo Felipe Miranda es uno de los choferes que apoyan el servicio de hemodiálisis. Él nos comenta que brindar este servicio, máxime en tiempos de pandemia, le llena de orgullo. “Son personas a las cuales siempre les hemos dado esta asistencia, pero en estos momentos, cobra una mayor importancia. Nosotros siempre estaremos con ellos, a la hora que sea necesario”.
“Traslado un paciente que se encuentra crítico, otro que no puedo llevar en el asiento de atrás, como está establecido, porque no puede caminar; incluso tengo el asiento reclinado para su comodidad, porque él no puede ir recto”.
A Andrés Oropesa Frejio, jefe de taller de esta base de taxi, lo encontramos inmerso en la reparación de las luminarias de uno de los autos con que cuenta la base. Él nos comentó que, pese a la falta de recursos, junto a sus seis mecánicos y dos electricistas se las ingenian para mantener el mayor número de autos en funcionamiento.
“El esfuerzo es inmenso. La demanda de los carros rotos es grande y muchas veces tenemos que inventar para mantenerlos funcionando. Pese a ello no hemos dejado de brindar ningún servicio y contamos con la mayor parte de vehículos dispuestos para el trabajo. Aquí todos han dado su granito de arena”.