Cuando en la noche del pasado 3 de abril, el Consejo de Defensa Provincial de La Habana (CDP), encabezado por su presidente, Luis Antonio Torres Iríbar, y su vicepresidente Reinaldo García Zapata, decidió la estrategia para el incremento de las medidas de aislamiento social del Consejo Popular El Carmelo, Vedado, Plaza de la Revolución, se marcaba una pauta imprescindible en las medidas de aislamiento social para cortar la transmisión del Covid-19, en una de las zonas de mayor concentración urbana y tráfico de población flotante, en la capital cubana.

Al amanecer podía observarse un relativo freno a la concurrencia de personas en las principales arterias de esa localidad, considerada en ese momento la de mayor número de contagiados por contactos con extranjeros y cubanos que llegaron del exterior.

La noticia corrió rápidamente en tribuna.cu (edición digital diaria del semanario dominical impreso Tribuna de La Habana) y en pocas horas más de 50 000 usuarios habían accedido al sitio, corroborando la importancia de mantener informada a la población de forma veraz, rápida y oportuna.

De ninguna manera quedaban fisuras informativas desde las cuales pudieran ocuparse espacios para las falsas noticias provenientes de sitios mercenarios y personas pagadas por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos para crear el pánico y la incertidumbre, así como tergiversar la aplicación de medidas oportunas que pudieran contribuir a elevar la percepción de riesgo entre los residentes y visitantes de la ciudad-hogar.

La oportuna decisión del CDP, demostró la solidez de las experiencias que se ponían en práctica frente a una situación epidémica que aún mantiene en jaque a todas las naciones del planeta, en especial al epicentro del coronavirus en esta región del mundo: los Estados Unidos, donde el sistema sanitario ha colapsado desde las primeras semanas del incremento del Covid-19, y el presidente de esa nación, el señor Donald Trump, apuesta por levantar las restricciones establecidas por algunos estados de la Unión, para –según sus palabras- evitar que la población permanezca aislada de sus obligaciones de trabajo. O sea, los ricos, vacacionando en sus islas privadas, yates y bunkers, mientras la mayoría de la población debe entregar como cuota (víctimas colaterales) más de un cuarto de millón de muertes por coronavirus y más de un millón de contagiados.

En La Habana, se han tomado decisiones muy avanzadas de acuerdo con las orientaciones de la máxima dirección del Partido y el Estado cubanos. Los suministros de alimentos y recursos a la población, la decisión de convertir instalaciones importantes como la Universidad de Ciencias Informáticas, UCI, y otras en centros de aislamiento para asumir a los cubanos que arribaron del exterior, alcanzan cifras que superan los gastos erogados por el Estado para garantizar la salud del pueblo, a pesar del sostenido bloqueo genocida impuesto por el gobierno de los Estados Unidos y recrudecido por la administración de Trump, que lanza culpas al mundo entero, para impedir los suministros de equipamientos médicos y otros recursos sanitarios a la Mayor de las Antillas, con una letalidad solo comparable al nuevo Covid-19.