Foto: Oscar Alvarez Delgado

Alejarse de la familia siempre resulta difícil, máxime cuando ello implica poner en riesgo la salud propia. Sin embargo, cuando está en juego el bienestar de toda una nación, cualquier riesgo particular parece poco.

Por estos días son miles las personas que, de forma voluntaria, trabajan en los centros de Aislamiento para la Vigilancia Epidemiológica que funcionan a todo lo largo y ancho de Cuba. Entre ese ejército de anónimos se encuentra Digna Medina Baltet, una persona sencilla que permaneció más de 14 días consecutivos alejada de su familia.

El motivo de ese distanciamiento fue su trabajo en el Centro de Aislamiento ubicado en la Residencia estudiantil Doctor Fermín Valdés Domínguez, en el municipio de Cotorro. Con ella tuvimos la oportunidad de conversar el día en que los viajeros que allí se encontraban regresaban a sus casas. Lo que más impresiona de Digna es su modestia, pues pese a ser consciente del riesgo que conlleva la labor que allí realizó, no se considera una heroína de estos tiempos, como justamente deben ser calificadas todas las personas que, como ella, han trabajado en estos centros de aislamiento.

Sobre las experiencias vividas en la Residencia Estudiantil, Digna comentó: “Cuando me consultaron, enseguida vine a cumplir con la misión que aquí se requiriera para enfrentar esta enfermedad tan mortal que existe en el mundo. Nosotros los cubanos nos caracterizamos por ser solidarios, y yo veo esto como una tarea más. Ha sido un trabajo fuerte.

“Es primera vez que el personal administrativo nos enfrentamos a una situación como esta. Los médicos ya están acostumbrados a cumplir misiones, no así nosotros. Pero enfrentamos esta tarea y estamos en disposición de cumplir cualquier otra donde quiera que sea. Aquí hemos hecho de todo. Hemos sido un grupo unido, desde el personal de dirección, los médicos, cada cual ha cumplido la tarea que ha sido necesaria en cada momento”.

Digna, quien se desempeña como jefa de transporte en el Gobierno del Cotorro, tenía bien en claro que su misión en esta oportunidad era la de crear un ambiente agradable a los viajeros que, procedentes del exterior, llegaron el pasado 24 de marzo a la Residencia Estudiantil Doctor Fermín Valdés Domínguez.

Sobre el distanciamiento que durante dos semanas tuvo con su familia, ella comenta: “este proceso de estar alejados de nuestros seres queridos nos hace ser más familiares con las personas que nos rodean. El distanciamiento nos pone algo nerviosos, porque deseamos ver a nuestra familia, pero ellos están acostumbrados a que hay que seguir para adelante. Tanto mi hija como mi nieta, que es una mucha de 18 años formada militarmente en los Camilitos, están conscientes de ello. Nosotros no tenemos miedo, y estaremos allí donde la Revolución nos necesite”.

Esos son los cubanos de hoy. Los que saben que el futuro necesita de personas que sean cada día un tilín mejor, e insisten en ofrecer cuánto tienen, incluso su propio corazón, con tal de ver la sonrisa en el rostro de la persona que tienen a su lado, sin importa si le conocen, o no.
Esos son los hombres y mujeres que hacen de esta pequeña Isla, un ejemplo para la humanidad, un sitio donde la vida es el más sagrado de los derechos, y la salud, pese a las trabas del bloqueo, está al alcance de todos.